La pequeña había sido declarada muerta varias horas antes, después de que los doctores del hospital Galilea Oeste, en el norte de Israel, tuvieran que provocar a la madre el aborto, en su 23ª semana de gestación, como consecuencia de una hemorragia interna.
Aunque se ha dicho que la baja temperatura del depósito pudo ayudar a la pequeña a sobrevivir al ralentizar su metabolismo, el director del hospital tiene otra visión: "No sabemos cómo explicarlo. Pero cuando no sabemos cómo explicar algo, médicamente hablamos de 'milagro'. Esto es lo que ha pasado ahora". El padre de la recién nacida lo tiene más claro y le ha puesto otro calificativo: negligencia médica.
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