Ana del Paso: "Las periodistas llegamos a sitios donde los hombres no pueden"

  • Es autora del libro 'Reporteras de guerra. Testigos de guerra' (Debate).
  • En él recopila los inicios de varias mujeres para hacerse hueco en un mundo de hombres.
  • "El periodismo hecho por mujeres es el gran desconocido". 
Ana del Paso posa junto a su libro 'Reporteras españolas, testigos de guerra'.
Ana del Paso posa junto a su libro 'Reporteras españolas, testigos de guerra'.
Jorge París
Ana del Paso posa junto a su libro 'Reporteras españolas, testigos de guerra'.

A Ana del Paso no le gusta que le pongan la etiqueta de "reportera de guerra"; prefiere definirse a sí misma como enviada especial. En su currículum, cinco guerras balcánicas, la primera Guerra del Golfo, conflictos centroamericanos... y un libro con 34 mujeres como protagonistas: las pioneras del reporterismo de guerra en España. Una cosa está clara: abrirse camino en un mundo de hombres no fue fácil.

¿Por qué es importante escribir sobre estas mujeres?

El periodismo hecho por mujeres es el gran desconocido. Cuando volví a España, me metí en Teseo, la plataforma donde algún que otro presidente no quiere depositar su tesis doctoral, y vi que no había ni un libro ni nada de esto hecho desde el punto de vista de investigación académica. Y dije: pues vamos a hacerlo. 

Ha sido un parto largo: cinco años. 

Tuve que transformar la tesis doctoral, la "tochotesis", en un libro ameno. Es altamente no recomendable. 

Si pienso en enviadas especiales, me imagino a alguien con cámara, papel y boli. Pero lo cierto es que podemos remontarnos a mucho antes.

La primera fue la monja Egeria (s. IV), una mujer de alta alcurnia que se subió a un asno y se fue a visitar los lugares santos, hasta Jerusalén. Ella iba describiendo por carta lo que veía. Es como la primera enviada especial. Pero también hubo viajeras, aventureras, mujeres de empresarios, de misioneros... Sus esposas escribían cartas, relatos y lo hacían con un instinto periodístico. 

¿Y las primeras que cubrieron un conflicto?

Sofía Casanova entrevistó a Trotski, cubrió el asedio de Varsovia, la Primera Guerra Mundial, la revolución Bolchevique... Y también Carmen de Burgos, Teresa de Escoriaza y Colomina. Ellas fueron las primeras enviadas especiales de España que cubrieron conflicto armado, que fue la guerra de África. Se tiraban a las trincheras, iban a los hospitales... Estaban en primera línea de fuego.

Pero muchos años más tarde llegó el franquismo y...

Sí. Cuando entramos en el franquismo, todo lo que habíamos conseguido, todos los derechos ganados por las mujeres, desaparecen. Nos mandan a hacer crónicas de familia, recetas, sobre cómo cuidar a tu marido, cómo hacerle feliz... Información de casa, de comiditas... Aquí es cuando Maruja Torres, Carmen Sarmiento, María Dolores Masana, Teresa Aranguren y Rosa María Calaf te cuentan cómo intentaron escapar de esos estereotipos. Pero antes de ellas, las mujeres iban a las redacciones a entregar sus cuartillas y les preguntaban: "¿Y usted de parte de quién trae estos textos?". Entonces firmaban siempre con seudónimos porque no se concebía que una mujer fuera escritora o periodista. Hemos tenido que dar muchos pasos de hormiga para llegar donde estamos ahora.  

Qué nos diferencia a nosotras de los hombres.

Lo que a nosotras nos distingue es la constancia, la cabezonería, la terquedad y el deseo de hacer un periodismo que consideramos que nos va en ello la vida.

¿Y sobre el terreno? No sé si nosotras tenemos más facilidad para llegar a algunas informaciones... 

Nosotras entramos a sitios donde los hombres no pueden, y eso sí es una ventaja.

¿Por ejemplo?

Por ejemplo, en una casa de talibanes, una mujer entra y habla de todo, te lo puedo asegurar: de higiene personal, de relaciones sexuales... Pero si va un señor a hablar con esa mujer, ya por el hecho de ser un hombre externo, ajeno a su mundo, tendrá que hacer esa entrevista con todos los familiares delante. Necesita testigos porque sino es pecado. Y ella no se va a abrir si tiene a toda la familia delante, no van a ser contestaciones tan frescas y tan lúcidas como entre dos mujeres.

En su libro, Mónica G. Prieto dice que los jefes "reconocen menos el trabajo de la reportera que del reportero". No sé si ha sido así en su caso.

No lo dice solo ella. Lo dicen las 34 mujeres y yo, 35. Es decir, una periodista consigue un scoop (exclusiva) y el comentario generalizado es: "¡Qué suerte ha tenido!". Un scoop lo consigue un hombre y dicen: "Llevaba detrás de ese scoop mucho tiempo" o "qué bien se lo ha trabajado". Nosotras tenemos que demostrar todo lo que valemos mucho más que los hombres. Estamos bajo la lupa constantemente. Hasta que no se normalice esa situación, la sociedad no habrá cambiado. 

Aún así, sí que ha visto una evolución a lo largo de sus años de carrera, ¿no?

Sí, la evolución es que hay más mujeres sobre el terreno y en puestos de responsabilidad, aunque no tantas como me gustaría. 

¿Siempre tuvo claro que quería dedicarse a esto?

Siempre he tenido claro que quería viajar y cuando se me dio la oportunidad de contar, de ser yo la relatora de los acontecimientos de internacional, aposté por ello.

¿No había miedo?

¿A qué? ¿Al fracaso?

No, a que pudiera ocurrir algo. Usted ha estado en primera línea.

Hombre, claro, miedo hay, pero yo no soy corresponsal de guerra, he cubierto conflictos armados, pero comparada con las mujeres del libro... 

Bueno, riesgo siempre hay en una zona en conflicto. 

Al final la persona tiene que saber a dónde va. Tiene que ir y si se da cuenta de que esto no es lo suyo, se vuelve y se tiene que dedicar a otra cosa.

Por eso. Seguro que vivió situaciones...

¿Complicadas? Muchas. Pero nadie te obliga.

Supongo que tienen que estar hechos de otra pasta.

No, lo que tienes es que tener sangre fría, sentido común y ser cauto. A ver, es verdad que te transformas.

¿En qué sentido?

Te tienes que poner una coraza. Te metes en un lugar absolutamente violento y con una agresividad exponencial. La coraza te permite mantener una distancia, ser equidistante porque, si no, te rompes y si te rompes no trabajas. Cuando vuelves relativizas muchas cosas.

Es una profesión muy sacrificada. 

No tenemos ningún mérito.

Bueno, hay mucha gente que no sería capaz de hacerlo.

La industria de Hollywood ha mitificado mucho la profesión de enviado especial, pero la realidad es otra. Yo soy incapaz de escribir sobre política nacional. A mí me mandas a cubrir formación parlamentaria y me matas.

Pero imagino que no es fácil estar muchos meses fuera y, sobre todo, en zonas así.

¿Muchos meses? Ojalá. Ahora los periodos de permanencia del periodista sobre el terreno son muy cortos, no te da tiempo ni siquiera a contextualizar, a asegurar las fuentes... Va muy poco tiempo y eso es una vergüenza.

¿Quién tiene la culpa?

Yo acuso directamente a los medios de comunicación: utilizan la excusa de la seguridad. Puedo entenderlo en el caso de Siria o Yemen, pero también sucede porque recortan en gastos. La guerra es muy cara. En los buenos tiempos mandabas a un periodista varios meses; ahora con suerte se tira una semana. Y, al final, todos los medios tienen la misma información, de agencia. Eso no es hacer periodismo.

¿Interesa poco lo internacional en España?

¿Cuántas páginas destinamos a información internacional? No somos el ombligo del mundo. Los españoles nos merecemos una información de primera y lo estamos haciendo mal. 

Tenía entendido que había dejado la grabadora, la cámara y el móvil para dar clases en la universidad, pero sigue viajando... 

Esta profesión nunca se deja, la llevas en la sangre. Me moriré escribiendo. No diré más.

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