La Fuente el Sol es algo más que una de las escasas zonas recreativas con merendero que aún quedan en Valladolid. Es un símbolo para muchas generaciones, que poco a poco ha caído en el olvido y que muchos jóvenes de la ciudad ni siquiera conocen.

Sus vecinos temían incluso desde hace años que la parte alta de este cerro se convirtiese en un nuevo barrio estilo Parquesol. Ese miedo ha quedado cuanto menos aparcado. Se inauguran las obras de rehabilitación de parte de esta zona en la que se han realizado trabajos para recuperar la vegetación, proteger el suelo contra la erosión y disminuir los peligros de incendios.

En concreto se han repoblado las 12 hectáreas que colindan con el sector que en la actualidad estaba abierto al uso público en la Fuente el Sol (encima de los merenderos). Para ello se han plantado 8.000 árboles acompañados de varias especies de matorrales típicas de la vegetación de los Montes Torozos. Además, se han rehabilitado los caminos (se les ha dado una anchura de metro y medio) para evitar que se convierta en un barrizal y ambos lados del paseo principal se han colocado almendros, en recuerdo de las tradicionales barreras de frutales que antaño se podían ver en la ciudad.

Los vecinos satisfechos

En otra zona del paraje también se ha colocado un montículo de cantos rodados que pretenden imitar a los majanos que salpican las lindes en los montes Torozos. Estos sirven de refugio a conejos, reptiles e insectos y las aves lo utilizan de posadero. Desde la Asociación de Vecinos Los Comuneros, del barrio de la Victoria, se muestran satisfechos con la mejora. «Nos gusta y sobre todo nos garantiza que en futuro será un espacio verde y no de viviendas. Llevamos muchos años pidiéndolo y a partir de ahora estaremos pendientes de que se mantiene como es debido», dice su presidente, José Luis Díez.

Un gran mirador a Valladolid

La zona rehabilitada contará con un gran mirador desde el que se podrá contemplar Valladolid desde lo alto. Dos paneles explicativos permiten conocer mejor la historia de la ciudad y ver con detalle el Canal de Castilla o el barrio de la Victoria. Desde allí tampoco pasan inadvertidas las chimeneas de las fábricas de la ciudad, que vierten sus residuos.

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