Poco después de las nueve de la mañana se abrieron las puertas. Y el examen no fue fácil. Redactadas en varios idiomas (participan cien países) las pruebas planteaban tres cuestiones a contestar en un plazo máximo de cinco horas.

Resolver un triángulo acutángulo con ortocentro, una prueba sobre desigualdades y demostrar que existen infinitos números enteros positivos con ciertas condiciones eran los enunciados de los tres problemas del día. Y los alumnos pusieron manos a la obra. Unos, eso sí, con más suerte que otros.

Fácil para los chinos

«No eran especialmente difíciles», aseguraron a Efe los participantes chinos al término del examen.

Pero los españoles parecían no tenerlo tan claro. Juan José y Diego, de 17 y 18 años, dos de los seis miembros del equipo nacional, dejaron sin contestar el tercer enunciado, y no por falta de tiempo.

Lo mismo que le ocurrió a Alan, uno de los argentinos asistentes, de 16 años. «Me quedé en blanco», y eso a pesar de que pasó un mes preparándolo, explicó.

Hoy podrán probar suerte de nuevo y desquitarse en la segunda ronda. Eso sí, desde la Real Sociedad Matemática Española, su portavoz, Adolfo Quirós, recordó que España tiene que mejorar su posición histórica en la competición, que tachó de «media-baja».