El CAP Horta abre consulta especial para los desalojados

Los afectados presentan cuadros de angustia y ansiedad, mientras el 061 integra medio centenar de psicólogos para dar apoyo en los hoteles.
Una vecina sale de una de una de las viviendas del Carmel.
Una vecina sale de una de una de las viviendas del Carmel.
J. Martin/EFE
Una vecina sale de una de una de las viviendas del Carmel.
Entre 30 y 50 desalojados del Carmel acuden cada día al CAP Horta. El shock traumático en el que los derribos han dejado al barrio ha obligado a abrir una consulta para los desplazados. La mayoría llegan con taquicardias, ansiedad, subidas repentinas de la presión arterial, mareos o diarreas. Son, en definitiva, «manifestaciones físicas de la angustia», explica la directora de área Maria Lluïsa Rodríguez.

Paralelamente, el 061 y el Col·legi de Psicòlegs ensayan un plan para atender a los alojados en hoteles. Desde que se inició la crisis, los 50 profesionales han hecho 302 intervenciones, 32 de las cuales para dar apoyo psicológico. El director del 061, Jaume Gil, confiaba ayer en que «se vuelva a la normalidad lo más pronto posible» para que los afectados «puedan asimilar mejor la situación».

Aún es pronto para hablar de estrés postraumático pero es
« Los niños lo pasan  mal y por eso es mejor que vayan a la escuela»

M. Lluïsa Rodríguez

Doctora del CAP Horta

sólo cuestión de tiempo. El consuelo de que no hay que llorar muertos ayuda a superar la desesperación, pero es fácil recaer. El barrio «está destrozado, hay mucha tristeza» dice un vecino de la calle Llobregós alojado en un hotel. Lo que más abunda es el miedo a la incertidumbre, a las dudas. Como una pareja que sale de la consulta con los ojos rojos. «Su bloque será el próximo que tiren», explica una conocida.

En la sala 15 de la primera planta del CAP, lo que más se receta son ansiolíticos o tranquilizantes suaves para pasar el día y la noche sin sobresaltos. Una treintena de vecinos están de baja laboral.

Prioridad en psiquiatría

En el ambulatorio han derivado, sin esperas, a psiquiatría a los pacientes que peor han encajado la situación o a los que ya tienen un historial y han empeorado. La semana pasada se aconsejó a una familia entera que ha perdido su casa visitar a un psiquiatra. Los que salieron casi con lo puesto van al CAP a que les den sus medicamentos habituales y recetas o pasan por su farmacia, donde ya les conocen.

CATERINA GRANADO. 64 años.  «¿Cómo no vamos a estar mal?» «Estamos sin casa, viviendo en la de mi hija y claro que tenemos malestar. Ansiedad no tenemos, pero nervios sí. Yo ahora ya no sé qué hay debajo de mi casa, pero creo que ya no voy a estar tranquila. Le doy muchas vueltas a la situación dentro de mi cabeza.»

JAVIER ALFARO. 20 anys. «Vull confiar que tot anirà bé.» «És complicat, però intento adaptar-me el més ràpidament possible i vull confiar que tot anirà bé. Els qui ho han passat pitjor han estat els meus pares, però tampoc han hagut d’anar al metge. Els primers dies, en llevar-te a l’hotel, et costa fer-te a la idea. Em pregunto qué serà de casa meva.»

CLEMENTINA TRIVIÑO. 60 años. «A veces sueño con lo sucedido.» «Estoy nerviosa, más por mis vecinos que por mí, que no estoy desalojada. Lo paso mal pensando que toda esta gente lo está pasando tan mal. Imaginas a los que han perdido sus pertenencias y sus cosas personales... Eso es algo que no tiene precio. A veces sueño con lo sucedido.»

ADELAIDA GUTIÉRREZ. 54 anys. «El que estem vivint no es pot entendre des de fora.» «No puc explicar el que sentim. Els nervis m’estan sortint ara, perquè al principi no vaig reaccionar. Ara ja crec que no hi ha solució i vaig a recollir tot el que pugui. No puc oblidar el que passa, he lluitat molt per tenir aquesta casa.»

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