La leyenda y la realidad de Babilonia, la bíblica Babel pecadora y decadente, se han convertido en el centro de atracción veraniego de Berlín, donde su museo de Pérgamo acoge la mayor exposición realizada hasta ahora sobre la metrópoli mesopotámica, patria de Semiramis o Nabucodonosor.
Más de un millar de objetos, piezas arqueológicas, incunables, pinturas, estatuas y hasta fragmentos de películas forman parte de la exposición a la que han hecho aportaciones relevantes, entre otros, el parisino museo del Louvre y el londinense British Museum. Dividida en dos partes, la dedicada a la verdad muestra las raíces de nuestra cultura occidental mediante una científica visión de los hallazgos arqueológicos que desenmascara los mitos.
Leyenda negra
Protagoniza la segunda parte de la muestra, que se centra en Babilonia como metáfora del lado oscuro de la civilización, ofrece la visión negativa que la ciudad arrastra a través de los siglos y revela las fuentes de esas misteriosas leyendas.
Los autores de la muestra identifican como responsable inicial de la leyenda negra de Babilonia al pensador cristiano San Agustín de Hipona (354-430) y su obra La ciudad de Dios, donde se presenta Jerusalén como la metrópoli celestial en contraposición a la demoníaca Babilonia.
Con el sambenito ya a cuestas, un milenio después el padre del protestantismo Martín Lutero (1483-1546) escribía su polémica obra De Captivitate Babylonica, que comparaba Roma como centro del odiado catolicismo con la prostituta babilónica.
Y ese mito se ha ido alimentado a lo largo de los siglos con leyendas como la de la reina Semiramis, fundadora de Babilonia y creadora de los famosos jardines colgantes, que ya fue descrita por Herodoto como una mujer fatal devoradora de hombres, papel que le atribuyen también escritores como Dante o el barón de Sacher-Masoch.
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