Un informe contradice a Blair y vincula el terrorismo con la guerra de Irak

La participación británica, de la mano de Estados Unidos, en las guerras de Irak y Afganistán contribuyó seguramente a los atentados terroristas del pasado 7 de julio en Londres, según un informe independiente, que contradice al primer ministro, Tony Blair. El ministro de Asuntos Exteriores británico, Jack Straw, se ha apresurado a rechazar este informe: "la hora de las excusas para el terrorismo se ha terminado" y rechazó que el apoyo británico a EEUU en Irak hubiera puesto en peligro al Reino Unido.

Los expertos en terrorismo y seguridad autores del informe que publica Chatham House -antes conocido como el Instituto Real de Asuntos Internacionales- afirman además que la invasión de Irak ha puesto en mayores aprietos al Reino Unido y al conjunto de la coalición antiterrorista.

La publicación del documento va a dar alas a quienes, desde la izquierda del propio Partido Laborista, como la ex ministra para el Desarrollo Clare Short, acusan a Blair de haber llevado al país a una guerra ilegal con consecuencias desastrosas para todo el mundo.

Blair insistió este fin de semana en que los atentados de Londres, que causaron al menos 55 muertos y 700 heridos, nada tienen que ver con la guerra de Irak, sino que se inscriben en una estrategia de un grupo de fanáticos decididos a imponer al mundo "su ideología del mal".

Sin embargo, los autores del informe, Frank Gregory, de la Universidad de Southampton, y Paul Wilkinson, de la de St. Andrews, afirman sin ambages que "el Reino Unido está expuesto a un riesgo mayor (de ataque terrorista) por ser el más íntimo aliado de Estados Unidos".

Según ambos, el ataque a Irak ha fomentado actividades de "propaganda, reclutamiento y recaudación de fondos" de la red terrorista de Al Qaeda.

Lo que califican de "seguidismo" británico con respecto a la política de Washington ha tenido, afirman, un costo elevado en vidas de soldados británicos y por el daño infligido a la propia lucha antiterrorista.

El informe de Chatham House indica asimismo que Gran Bretaña se convirtió en objetivo prioritario de los terroristas por su protagonismo en la cooperación judicial, policial y de los servicios de inteligencia para combatir a Al Qaida.

Siguiendo el guión trazado por Blair, el ministro de Defensa, John Reid, también negó, sin embargo, la vinculación establecida en el informe académico entre el ataque a Irak y los atentados londinenses, cometidos por cuatro jóvenes suicidas, todos ellos con pasaporte británico.

Refiriéndose a los ataques terroristas en Irak y en Turquía ocurridos desde el 7 de julio, Reid dijo que esos asesinos están dispuestos a "matar a cualquier que se interponga en su perversa ideología".

"Qué alternativa propone ese informe, según el cual nuestra implicación en Afganistán e Irak y nuestros esfuerzos por combatir a Al Qaida nos ha hecho más vulnerables al terrorismo? Acaso deberíamos cruzarnos de brazos mientras otros hacen frente a los terroristas?", se preguntó el ministro.

Entre sus conclusiones, el informe critica además la falta de previsión de las autoridades británicas, que no dieron prioridad al peligro terrorista islámico hasta finales de la década de los 90.

Hasta entonces, los grupos sospechosos no eran considerados como una amenaza para el país y se les permitía así actuar con "relativa impunidad" en suelo británico. El informe reconoce que, en cualquier caso, en una "sociedad abierta" como la británica es muy difícil prevenir ataques suicidas coordinados y que no van precedidos de advertencia alguna, que es precisamente la forma de actuar de Al Qaida.

Sus autores dan además la voz de alarma al señalar que los terroristas tratan desesperadamente de hacerse con armas químicas, biológicas, radiológicas, bacteriológicas y, a ser posible, incluso nucleares.

"Su historial indica que no tendrían el mínimo escrúpulo de utilizar ese tipo de armas" para causar el mayor número de víctimas civiles, advierten.

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