Doña Enriqueta Rodríguez Figarredo, la abuela de Doña Letizia, estaba muy unida a su nieta, la Princesa de Asturias. En la mañana de este lunes la esposa del heredero de la Corona, de luto riguroso, se trasladó junto con el Príncipe al tanatorio de Coslada, donde tuvo lugar la incineración del cadáver antes del mediodía.

Zarzuela no ha querido facilitar información sobre las circunstancias del fallecimiento así como sobre las fechas del funeral por considerarlo un asunto estrictamente privado y perteneciente al entorno de la Princesa.

Vestida de negro con camisa y falda, Doña Letizia evidenciaba el dolor en su rostro. Doña Enriqueta era una mujer discreta, muy unida a su esposo, Francisco Rocasolano, quien a lo largo de este año ha dado varios sustos a su familia por problemas cardiacos. En el mes de marzo fue ingresado y pasó, como su esposa, por la UVI. A la salida declaró a la prensa "Estoy hecho un chaval". Doña Enriqueta y su marido formaban una pareja entrañable. Jamás han tenido un mal gesto con los medios de comunicación.

Más discreta y distante que su marido, ha estado viviendo con él en casa de Paloma Rocasolano desde la muerte de Erika, una pérdida que les afectó profundamente. Habían renunciado a su independencia por su delicado estado de salud. Con anterioridad, tras la jubilación de don Francisco, residieron durante quince años en la provincia de Alicante, en Torrevieja y en el barrio de San Gabriel. Sus nietas los visitaban todos los veranos.

Doña Letizia y el Príncipe mantenían un trato muy frecuente con los abuelos maternos de la Princesa de Asturias. Han asistido a bodas familiares con ellos y éstos los visitaban con frecuencia en el Palacio de la Zarzuela. Las visitas se habían incrementado desde el nacimiento de las infantas Sofía y Leonor.