Hacer botellón los fines de semana durante todo el proceso de maduración del cerebro, de los 13 a los 21 años, puede causar lesiones irreparables en el cerebro, según apuntan las investigaciones en ratas de Consuelo Guerri, jefa del Laboratorio de Patología Celular del Centro de Investigaciones Príncipe Felipe.

La ingesta de cuatro cinco copas de viernes a domingo (hay quien empieza el jueves) entre los 13 y los 21 años puede reducir la capacidad de aprendizaje, la memoria, el autocontrol, la planificación y da papeletas para ser alcohólico de mayor.Si uno empieza a empinar el codo los fines de semana a los 13 años, por poner un ejemplo, tiene un 25% de posibilidades de engancharse a la bebida de adulto. Si se inicia a los 21, la probabilidad se reduce al 5%.

El motivo es que el cerebro entre los 13 y los 21 años está en proceso de maduración y los perjuicios cognitivos que acarrea el botellón parece que no tienen marcha atrás a tenor de lo observado en ratas.

Consuelo Guerri ha experimentado con roedores a los que suministraba una cantidad de etanol equivalente a las litronas para demostrar el perjuicio del alcohol en grandes cantidades todos los fines de semana durante muchos años. Esos roedores, al llegar a la edad adulta, seguían teniendo problemas para salir de laberintos, detectar cambios de objetos en su entorno, encontrar comida...

Por contra, la dieta mediterránea que incluye una copa de vino en alguna comida, según Guerri, puede tener efectos beneficiosos: retrasa el envejecimiento, protege el corazón...

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