Para el director del Museo del Prado, Miguel Zugaza, es «un festín de obras maestras nunca reunidas antes». El retrato del Renacimiento reúne 126 piezas de 70 autores procedentes de museos de medio mundo y se exhibe, desde hoy y hasta el 7 de septiembre, de forma «tan bella como irrepetible» debido a lo complejo y costoso de su montaje.
Hasta 200 años de la historia del retrato, de 1400 a 1600, quedan recogidos en esta exposición, que en otoño se trasladará a la National Gallery de Londres. Son obras representativas de las escuelas pictóricas tanto del norte como del sur de Europa y que ahora cuelgan en museos de EE UU o Canadá pero, sobre todo, en salas italianas, alemanas, inglesas, francesas y españolas.
Por primera vez en Madrid
Así, han llegado al Prado por primera vez obras de Van Eyck, de Lombardo, de Piero della Francesca o de Giorgone. Aquí se codean con otras de Rubens, Durero, Tiziano, Rafael, Botticelli, Lotto, Holbein o Antonio Moro, autores de magníficos «objetos emotivos» y «de recuerdo del ausente», según Zugaza.
Las piezas, en forma de cuadros, medallas, esculturas o monedas, van desde los 30 centímetros de las más antiguas a los más de 3 metros del Carlos V a caballo de Tiziano.
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