En el año 2003, las Fuerzas Armadas Españolas copiaron una fórmula de los ejércitos europeos que consistía en integrar a «reservistas» en labores militares. La experiencia no tuvo el éxito esperado, ya que se limitó la edad de ingreso a 38 años. En 2005, el Gobierno decició ampliar a 58 años el acceso a la reserva voluntaria de las FFAA.
Desde entonces, Catalunya ha liderado la avanzadilla de reservistas, sobre todo desde la creación en 2004 de la Inspección General del Ejército (IGE). En 2008 han sido 291 las solicitudes de Reserva Voluntaria tramitadas aquí. Sólo en Barcelona se han recibido 217 nombramientos para la segunda mili.
Aunque la definición no sea del agrado de los reservistas con los que ha podido departir 20 minutos, el concepto de estar realizando «un segundo servicio militar» se adecúa mucho mejor a la descripción del servicio que realizan. Así, se vincula el trabajo profesional en la vida civil a tareas similares dentro del estamento militar.
De las estadísticas militares llama la atención que un 23% de los efectivos de reservistas sean mujeres, un dato que no se podía contabilizar desde la profesionalización del Ejército, aboliendo la desigualdad de sexos. Para formar parte de la Reserva Voluntaria de las Fuerzas Armadas basta con entrar en contacto con el Ministerio de Defensa y superar los requisitos básicos, como el periodo de formación en un campamento militar.
Pasado el periodo de instrucción básica militar en Camposoto, un psicólogo militar analiza el perfil de candidato a reservista, que pasa también un reconocimiento médico y un test psicotécnico. El proceso de selección finaliza con dos entrevistas, una con un psicólogo y la última con un mando militar.
Los reservistas que han superado el periodo de selección tienen cierta libertad en elegir destino y unidad, así como la temporada en la que pueden disponer de más fechas libres. No se trata de una acción voluntaria sin remunerar. Los reservistas perciben un sueldo que, en el caso de los oficiales, es equivalente a tres veces el salario mínimo interprofesional. Interactuar en el Ejército a través de la Reserva, de media, ocupa unos quince días.
UN SERVICIO QUE PERDURA 30 AÑOS
¿Cómo compatibilizar la vida laboral, la familiar y la militar?. Enrique Carabazas, con rango de alférez, asume que su familia «entiende lo que me hace feliz» y, en este caso, es «poder formar parte del Ejército desde una participación activa de servicio». Enrique es profesor de Instituto de un pueblo de Cádiz. Andrés es un barcelonés que profesionalmente está vinculado al sector inmobiliario, pero que su corazón «se quedó en los Cuerpos de Operaciones Especiales», donde cursó 20 meses del servicio militar.
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