El fenómeno de los pisos sobreocupados, lejos de estar controlado, aumenta año tras año. Y cada vez hay más mujeres con hijos a su cargo, la mayoría jóvenes e inmigrantes, que optan por vivir en habitaciones realquiladas en Barcelona ciudad y el resto de la provincia.
Durante el 2007, el 71% de las ayudas de Càritas Diocesana de Barcelona a la vivienda (365.175 euros) sirvieron para que personas sin recursos pagaran habitaciones realquiladas. Supone un incremento de cerca de un 30% respecto el porcentaje destinado a estos usos el año anterior. Los pisos patera son un fenómeno difícil de cuantificar, tal y como coinciden en matizar tanto las administraciones como las entidades que trabajan con colectivos de personas sin recursos e inmigrantes.
Por este motivo, los datos de Càritas cobran una especial relevancia. «La mayoría son mujeres inmigrantes con uno o dos hijos que prefieren la seguridad de un piso sobreocupado o de una cama caliente a dormir a la calle», exponía ayer el director de Càritas Diocesana de Barcelona, Jordi Roglà.
Un tercio de los casos atendidos, aproximadamente, corresponde a mujeres autóctonas con hijos a cargo y sin un tejido familiar de apoyo. En todos los casos pagan unos 300 euros al mes por una habitación. Las camas calientes (por turnos de 8 horas) cuestan unos 200 euros mensuales.
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