A los acusados no se les ocurrió otra idea que forzar a una prostituta del local a inventarse que el propietario molesto la había secuestrado, violado y lesionado. La fémina se vio obligada a colaborar ya que los condenados la amenazaron con acudir a la Policía para denunciar que residía en Ceuta sin permiso, por lo que podía perder la custodia de sus dos hijos.

Tras encontrar a la mujer, ésta narró a los agentes que había sido secuestrada y violada por un hombre, del que ofreció datos concretos. Esa persona resultó ser el casero del inmueble, que llegó a ser detenido hasta que las incongruencias detectadas en las declaraciones de la presunta víctima y la inexistencia de pruebas médicas, que determinaran la violación, hicieron sospechar a la Policía.

Así se supo que la denuncia de la mujer era falsa, consiguiendo que ésta se derrumbara y contara a los agentes la verdad. Los acusados, que han admitido todos los hechos, han sido condenados a distintas penas, según el grado de implicación en la trama.

Al margen de estas condenas comunes, a las dos hermanas del clan, I.B. y N.B., se les aplica un delito relativo a la prostitución, por lo que se dicta para ellas una pena de dos años y una multa de 720 euros. A una de las hermanas, I.B.,y al responsable del bar, F.J.G., se les condena también por una falta de lesiones por lo que deberán abonar 60 euros.

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