«Me decían: ‘Hijo de puta, te vamos a matar, que venís aquí a jodernos la vida´. Yo lloraba y ellos me tiraban al suelo cada vez que me levantaba». Así recuerda Sigifredo Macías, un ecuatoriano de 55 años, la agresión que, según él, sufrió hace dos años en el Metro a manos de ocho vigilantes. Una de sus piernas aún no se ha recuperado de la paliza.
El 4 de febrero de 2006, Sigifredo se encontraba a medianoche en el andén de la estación de Cuatro Caminos, «para ir a casa después de trabajar», cuando vio a ocho vigilantes. «No había nadie más esperando al tren y al verlos tuve un presentimiento», asegura.
Ensangrentado en el andén
En el momento en el que iba a entrar al vagón le cogieron por la espalda y «sin haber hablado con ellos se liaron a puñetazos y patadas». Estuvieron golpeándole hasta que empezaron a llegar más viajeros. «La gente me pisaba porque al estar todo ensangrentado se pensaban que era un mendigo».
Logró salir como pudo y llamar al Samur, que lo trasladó a La Paz, donde le dijeron que se había partido el peroné. «Me pusieron una escayola y estuve un año de tratamiento». Pese a que han pasado dos años, a Sigifredo aún le quedan secuelas en su pierna: «Me cuesta caminar, tengo muchos dolores, no podré volver a jugar al fútbol y me da miedo conducir por si me falla la pierna».
Su caso ha llegado a los tribunales y ahora mismo está pendiente de sentencia. «Yo lo que pido es una indemnización monetaria, porque tuve que perder un año entero de trabajo». Metro dijo ayer a este periódico que no hará declaraciones sobre el tema hasta que salga el fallo judicial.
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