Parte de la familia Fritzl veraneaba a mediados de los 70 en Italia mientras el cabeza de familia, Josef, y una de las hijas, Elisabeth, permanecían en Amstetten.

Pocos años después, en 1984, Josef Fritzl secuestraba a Elisabeth en el que sería el comienzo de una larga reclusión (24 años en un calabozo de menos de 60 m2) y el principio del calvario de la joven, que tuvo siete hijos durante su cautiverio, fruto de los abusos de su padre.

Durante su reclusión en el calabozo que su padre había construido bajo el jardín, el resto de los Fritzl vivió una vida normal, en el piso de arriba. Josef había tenido seis hijos con su esposa, además de Elisabeth, y terminaría por adoptar a tres de los hijos que su rehén había tenido en el zulo.

Josef: Electricista jubilado de 73 años, fue descrito por sus vecinos como un Don Juan autoritario y muy celoso de su privacidad. "Era una tipo muy apuesto. Todas las mujeres en la empresa estaban detrás de él", asegura una ex compañera de trabajo.

Rosemarie: La esposa del monstruo de Amstetten tiene 68 años y siempre permaneció a la sombra de su marido. Sus allegados dicen que Josef no le permitía hablar mucho tiempo con nadie. Según su hermana, Josef la ha humillado desde siempre.

Ulrike: Tiene 50 años, está casada y es profesora. En la actualidad vive en un chalé en Bad Goisern, cerca de los Alpes. Es la otra joven que aparece en las fotos de las vacaciones en Italia.

Rosemerie: Tiene 47 años y en la actualidad vive a unos 56 kilómetros de Amstetten. Es una de las dos hijas que aparecen en las imágenes de las vacaciones familiares en Italia que la prensa británica ha difundido. Ya ha ido a visitar a Elisabeth y sus hijos a la clínica en la que se encuentran.

Gabrielle: Tiene 37 años y vive con su pareja y su hijo en un chalé cerca de Amstetten. En la puerta de su su vivienda hay un cartel que reza: "Reporter nicht erwunscht" (Los periodistas no son bienvenidos).

Josef: El hermano mellizo de Gabrielle aún vive en el domicilio familiar de Amstetten con sus padres, Josef y Rosemarie, y con sus tres hermanos-sobrinos.

Doris: Abandonó su casa cuando se casó. En la actualidad tiene 35 años. Habitualmente se reunía con sus padres, con los que se marchó alguna vez de vacaciones. Esta semana ha visitado a su hermana.

Harald: También se marchó de casa tras contraer matrimonio. Tiene 34 años. También participaba en las reuniones familiares, tanto en las celebraciones como en las vacaciones. Según sus amigos, ha ofrecido su ayuda a Elisabeth.

Elisabeth: Realmente tiene 42 años, aunque aparenta 20 más. Su padre abusó de ella desde que tenía 11 años y la secuestró cuando tenía 18. Es madre de 7 hijos fruto de las violaciones, uno de los cuales falleció.

Kerstin: Tiene 19 años y la primera vez que vio la luz del día fue cuando cayó gravemente enferma y su padre decidió ingresarla en el hospital. Actualmente se encuentra en coma inducido y su ingreso en el hospital fue la clave para destapar el caso.

Stefan: Probablemente caminará con dificultad de por vida debido a las pequeñas dimensiones del zulo en el que estuvo recluido durante sus 18 años de vida (la altura del calabozo no llega al 1,70 m). Los psicólogos le regalaron un acuario para reemplazar el pez que tuvo durante su cautiverio.

Lisa: Fue la primera en salir del zulo. Actualmente tiene 16 años y lleva una vida completamente normal. Va a un colegio católico y destaca en matemáticas y música. Sus compañeros la describen como alegre y graciosa.

Monika: La segunda hija-nieta que escapó del calabozo tiene ahora 14 años y tiene problemas de corazón desde su infancia. Los médicos investigan si tiene relación con el incesto. Monika también tiene dotes para la música.

Alex: El niño, que ahora tiene 12 años, es el único varón que tuvo una vida normal junto a sus tíos-hermanos, Lisa y Monika. Celebró su cumpleaños la semana pasada con sus nuevos hermanos. Toca la trompeta.

Michael: Era gemelo de Alex y falleció poco después de que su madre diera a luz sola en el calabozo. Su padre quemó el cuerpo en un horno.

Felix: El menor de los hijos de Elisabeth y Josef tiene cinco años. Aunque puede andar prefiere gatear y se comunica mediante gruñidos, pese a que también sabe hablar. Los terapeutas le regalaron un oso de peluche para sustituir el juguete que tuvo en el zulo.