Inés tiene una espada en casa. La misma que le ha permitido alzarse como campeona de esgrima de España en su categoría.

Ha sido un hito al que ha llegado, en menos de dos años, tras ganar varios certámenes provinciales y autonómicos. Comenzó como la alumna más joven del club y, en unos meses, se ha convertido en una de sus grandes promesas.

Y todo, pese a que el deporte de la espada llegó a su vida de manera inesperada. «Un día vinieron al colegio unos señores, nos enseñaron un deporte nuevo, lo probé y me gustó», explica.

Fue el comienzo de una aventura que le ha traído un trofeo de bronce, dos de plata y quince de oro. Todos bien custodiados «en una caja de zapatos» que guarda y protege en casa.

«La mayoría de mis compañeros juegan al fútbol y al baloncesto. A mí, lo que me gusta es la esgrima», subraya orgullosa. Un protector para el cuerpo, una careta, una chaquetilla bien acolchada «para que te hagan menos daño» y un pantalón «que trajeron los Reyes Magos» rellenan el macuto que, como mínimo tres días a la semana, coge para ir a los entrenamientos.

Una vez allí comienza la aventura. Primero los calentamientos y los estiramientos. Y después toca empuñar la espada. Con precaución y cuidado. «Si la gente no tiene la careta puesta, hay que sujetarla hacia abajo no sea que les saques un ojo».

El resto ya es cuestión de honor y lucha. También de compañerismo. Su madre lo tiene claro. «¿La esgrima? No es un deporte elitista porque con 20 euros al mes tienes las clases y el equipo».

Por cierto, Inés es zurda

CONSULTA AQUÍ MÁS NOTICIAS DE VALLADOLID