Un artista ultramoderno

En Una chica cortada en dos, dos hombres de clase alta se adueñan de una joven atractiva y dulce
Una chica cortada en dos
Una chica cortada en dos
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Una chica cortada en dos

De la misma manera que ocurría en las mejores películas de Hitchcock, un cálido sudor frío nos recorre al ver la última cinta de Claude Chabrol, el gran cineasta de la nouvelle vague, que sigue demostrando su genio en un filme que narra las relaciones convulsas y de poder entre las clases privilegiadas y las populares.

Los personajes son una chica atractiva, brillante, que es objeto de deseo de un prestigioso escritor mujeriego; y un rico, caprichoso y apuesto joven que bebe los vientos por la muchacha, aunque ella jamás le querrá. El director se ha inspirado en un hecho real acaecido en 1906 en Nueva York y recreado en dos filmes estadounidenses: La muchacha del trapecio rojo, de Richard Fleischer (1955), y Ragtime, de Milos Forman (1981). Pero la intención, la sequedad, la fiebre y el éxtasis narrativo de la película son puro Chabrol. Ese tipo de cine que ha frecuentado en policiacas obras maestras como El carnicero y Al anochecer; en morbosas sátiras provincianas como Pollo al vinagre o Gracias por el chocolate; y en la actualidad más palpitante de su anterior filme, Borrachera de poder, y ahora en Una chica cortada en dos.

Pese a esta nómina de algunos de sus trabajos, no hace falta haber visto ninguna película de Chabrol para disfrutar de este filme que se presentó en el último Sevilla Festival de Cine y que demuestra que, pese al contrato social, pese a los derechos conseguidos tras tantos años de luchas, después de mayo del 68, los que manejan el poder siempre estarán por arriba de los que deben ganarse, de una manera o de otra, el pan con el sudor de su frente.

No hay metáfora más potente de esta realidad que esa joven rubia de clase media, perfectamente encarnada por Ludivine Sagnier (protagonista de filmes de François Ozon como 8 mujeres o Swimming pool), pieza codiciada por los burgueses para sus sofisticados gustos decadentes. Ni siquiera por un momento se nos permite despegarnos del intenso drama de dominación frente al amor sincero y libre de la chica que Chabrol expone con una magia embriagadora.

El final abrupto del filme nos deja sorprendidos, conmocionados ante la inmensa sabiduría de un hombre que película a película nos va convirtiendo en devotos chabrolianos.

Francia, 2007 / 115 min / Dir.: Claude Chabrol / Int.: Ludivine Sagnier, Benoît Magimel, François Berléand / Estreno previsto: 16 de mayo

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