A las nueve de la mañana de ayer, el terreno de Jesús Villegas en Sanchinarro ya estaba acordonado y, a las 11.00 h, una jueza del Tribunal Superior de Madrid (TSJM) ejecutó el desalojo de su negocio de jardinería. Tal era su «impotencia ante el abuso de autoridad» que Jesús ni siquiera opuso resistencia «a esta infamia escandalosa». Sólo le quedó el derecho al pataleo: «No me lo creo, me están robando lo que es mío».
Con este acto, el Ayuntamiento de Madrid derriba el último obstáculo que le quedaba para acabar de urbanizar el PAU de Sanchinarro. La Junta de Compensación sólo le pagará 5.319 euros por una empresa valorada en inicio en 1.081.820 euros.
Durante todo el día, una docena de camiones estuvieron sacando los enseres de este artesano de su nave. Cañas, musgo, material para sus decoraciones, «toda mi vida, mi trabajo». Ahora sólo le queda la esperanza de que el Tribunal Constitucional, donde está recurrido el desalojo, arregle «esta tremenda injusticia».
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