Muere 'Rosario la Dinamitera', la miliciana que inspiró a Miguel Hernández

  • Fue inmortalizada en uno de los más conocidos poemas del escritor.
  • Perdió una mano en las trincheras y fue encarcelada por Franco.
  • Su último acto público fue un homenaje del Partido Comunista.
Fotografía de archivo tomada el 23/09/07 de la miliciana republicana Rosario Sánchez Mora, 'La dinamitera'. (EFE).
Fotografía de archivo tomada el 23/09/07 de la miliciana republicana Rosario Sánchez Mora, 'La dinamitera'. (EFE).
EFE
Fotografía de archivo tomada el 23/09/07 de la miliciana republicana Rosario Sánchez Mora, 'La dinamitera'. (EFE).
La miliciana Rosario Sánchez Mora, Rosario la Dinamitera,
inmortalizada en uno de los más conocidos poemas de batalla de Miguel Hernández, ha muerto este jueves en Madrid a los 88 años, según fuentes del PCE.

Nacida el 21 de abril de 1919 en Villarejo de Salvanés (Madrid), fue
una de las primeras mujeres en alistarse a los 17 años en las milicias populares que combatieron durante la Guerra Civil a las tropas franquistas en defensa de la capital española.

Rosario Sánchez perdió una mano en las trincheras, fue encarcelada por Franco y condenada a muerte, aunque la pena le fue conmutada por treinta años de cárcel. Sólo cumplió tres.

Un famoso poema sobre ella

Miguel Hernández escribió un famoso poema sobre ella que decía: "Rosario, dinamitera/ sobre tu mano bonita/ celaba la dinamita/ sus atributos de fiera/ .../ bien conoció el enemigo/ la mano de esta doncella/ que hoy no es mano porque de ella/ que ni un solo dedo agita/ se prendó la dinamita/ y la convirtió en estrella".

Sánchez Mora, que ha fallecido en el madrileño hospital Gregorio Marañón, será enterrada el viernes a las 15.00 horas en el Cementerio Civil. El último acto público de la "Dinamitera" fue

el homenaje que el Partido Comunista de España rindió a todas las mujeres republicanas en su última fiesta en septiembre del año pasado.

En agosto del año pasado en un curso de verano de la Universidad Complutense, Rosario Sánchez Mora recordó que durante la guerra no tenía miedo a morir "sino a que el enemigo acabara con la cuadrilla por un despiste" suyo en las guardias.

Tras un intento frustrado de escapar de España acabada la guerra y su paso por la cárcel, la miliciana
trabajó como cerillera en la madrileña plaza de Cibeles y llegó a montar un estanco en la capital.
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