Siete (x2) libros de poesía para leer junto a la orilla este verano

  • Una selección de recomendaciones de muy diferentes poemarios para llevar en tus vacaciones.
  • Desde grandes nombres a autoras noveles, premios reconocibles y alguna que otra antología.
Una mujer leyendo.
Una mujer leyendo.
EUROPA PRESS - Archivo
Una mujer leyendo.

Escribió el poeta Antonio Lucas que "cuando un hombre observa el mar/ amplía la nostalgia de sí mismo". Ernestina de Champourcín nos legó aquel inicio: "El mar me pertenece,/ lo hago pasar entero/ entre mis manos ávidas". El mar y la poesía se asemejan y se olean porque siempre tienen algo en común que nos asusta: creemos conocerlo del todo, pero apenas si nos hemos mojado el calcañar.

Este verano, mientras curritos, currantes, autónomos y becarios siguen en la oficina, estarás en una orilla difrutando de tus vacaciones. Quizá sea el momento de pasar las páginas de un poemario y aprovechar tu paz para viajar, para reconocerte, para reivindicarte, para descubrir o, sencillamente, para leer en unos versos, frente a la orilla, aquello que te cincele mejor como persona.

Con la idea de que no te devanes los sesos preguntándote qué lectura elegir, aquí van siete libros de poesía (y una alternativa en cada caso por si ya los has leído) que quedarán hermanados en tu recuerdo junto con esa playa repleta de felices niños, con un levísimo rumor de olas, pequeños retazos de brisa azulcelestecasiblanca y la posibilidad de una epifanía.

Los hay para todos los gustos: autores clásicos, nuevas voces emergentes, nombres consolidados, algún que otro gran premio... Busca qué necesitas y la poesía, como el mar, te dará su respuesta. Ya lo escribió Vicente Huidobro: "Que el verso sea como una llave/ que abra mil puertas".

Para reconciliarse con la poesía

Empezar en los últimos que ha escrito e ir avanzando hasta aquellos primeros poemas en los que un día Juan Ramón Jiménez vio en la aún desconocida Ida Vitale una de las grandes voces del futuro. Su Poesía Reunida (Tusquets) principia con los más recientes versos, profundamente sencillos y viceversa, de una (por fin) más que reconocida poeta, Premio Cervantes 2018, y va atravesando su vida y su obra.

Así se irá comprendiendo mejor cómo Vitale es una de las escritoras que mejor ha sabido ejercer la poesía como una carrera de fondo. Y de ahí su experiencia para en un verso condensar lo que se siente cuando, a los 95 años, tienes la lucidez y la inspiración de tu parte: "Caminar despacio, a ver si, tentado el tiempo, hace lo mismo".

Si con el boom que fue su galardón ya te hiciste con él, también hay que reconocer el mérito de quien hizo de la simpleza uno de los eslabones más fuertes de la lírica. Uno es el poeta. Antología (Visor) bucea en los poemas como verdades absolutas de uno de esos liróforos que pasaron casi de puntillas por el mundo y hoy, ya muertos, no dejan de hacer ruido para ser reconocidos. Jaime Sabines, mexicano, lo mismo un romántico empedernido ("¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras/ me dirás que te amo? Esto es urgente/ porque la eternidad se nos acaba") que un viejo gruñón, desencantado y sarcástico.

Para reivindicar quien eres

El lugar de una mujer haciéndose pasar por hombre en la expedición perdida que hizo el capitán sir John Franklin al Ártico en 1845. O las penurias de una hija mientras su familia atravesaba el Camino Siskiyou en la Costa Oeste de EE UU por la fiebre del oro. O las histéricas del hospital parisino de La Salpêtrière. O sufrir de lepra en las islas de Molokai (esto también inspiró a Jack London).

Pero aquí hablamos de Olalla Castro, XII Premio Internacional Antonio Machado en Baeza, con su libro Bajo la luz, el cepo (Hiperión), donde se mete en la piel de estas mujeres en situaciones abominables, para, en una primera persona que deslumbra tanto como alumbra, revindicar (no solo reivindicar) su género. El resumen, tan conciso como eterno: "Prefiero morir a oscuras que en silencio".

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Una publicación compartida de Ángelo Néstore (@angelonestore) el17 Nov, 2017 a las 8:36 PST

En Adán o nada (Bandaàparte), el italiano de nacimiento y malagueño de adopción Ángelo Néstore decomisa su propio género para tratar así, a su vez, de entender ese palíndromo que es el título. Poesía queer que bucea en la identidad, en la aceptación, en la dura constancia de saber quién eres. "Digo casi no soy/mientras celebro los dos bultos de mi pecho./ Escribo la palabra ave, leo la palabra Eva./Bajo este cielo ya no hay lengua que me nombre".

Para comprender a las nuevas generaciones

Cuando se habla de poesía joven, aún hay a quien se le aparece un mohín en el rostro, como si Gabriela Mistral no hubiese comenzado a escribir Desolación con 21 años o Miguel Hernández no hubiera publicado El rayo que no cesa a los 26 años. La poesía millennial o la de su sucesora, la Generación Z, está alcanzando numerosas cotas de excelencia ramificando el lenguaje, ampliando significante y significado de los conceptos y demostrando que conoce lo antiguo solo con la intención de encontrar algo nuevo.

La antología Piel fina. Poesía joven española (Maremágnum), con poetas que han nacido de 1990 en adelante, acoge entre sus páginas los nombres que más darán (dan) que hablar: Jorge Villalobos, Paula Bozalongo, Rosa Berbel, Carlos Catena Cózar, Alba Flores, Ana Castro, Andrea Abreu, Isamel Ramos o Irati Iturritza, entre otros. Para ser concisos, este verso de Juan F. Rivero: "Somos lo que más miedo nos da ser".

Nacida en 1988, Berta García Faet ya es, sin embargo, un nombre ejemplar. Apropiándose del lenguaje para acometer actos de metaliteratura, sus versos reescriben la naturaleza del amor, la duda, el riesgo o el deseo. Sus primeros cuatro poemarios (Manojo de abominaciones, Night Club para alumnas aplicadas, Introducción a todoFresa y herida, todos ellos premiados) se reúnen bajo el título Corazón tradicionalista. Poesía 2008 -2011. (La bella Varsovia). La elección perfecta para quien busque una voz personalísima: "Tengo que irme a una isla urgentemente".

Para quien busque algo clásico (pero no tan, tan clásico)

Algunos le consideran el poeta sudamericano más relevante que haya nacido después de 1970 (1973, para ser exactos), pero eso queda a juicio del lector. Lo que es bien seguro es que el salavdoreño Jorge Galán (pesudónimo literario de George Alexander Portillo), poeta exiliado por su novela Noviembre en la que denuncia el asesinato de seis jesuitas en su país, le insufla a la cotidianeidad un clasicismo poético (la tristeza del hombre que necesita huir, la sombra bicéfala de la pobreza, el amor como una despedida o un silencio) con un lenguaje marcadamente agreste, polvoriento.

Parecido a quienes se sientan en las calles para ver la vida que les ha tocado vivir y así intentar comprenderla poema a poema. Medianoche del mundo (Visor): "La soledad es un camino repleto de viajantes./ Si tan solo pudieran en verdad detenerse".

Al contrario que Galán, la poesía de la jerezana Raquel Lanseros busca conocerse a ella misma, responder ciertas preguntas que no se hace en voz alta. Mira hacia sus adentros con una equilibrada intimidad y, de ese modo, siempre encuentra algo que te acerca. Ahora que triunfa con su Matria, habría que rescatar el primer gran poemario con el que se dio a conocer, Diario de un destello (Rialp), Accésit del Premio Adonais  2005, donde se puede leer: "Que no crezca jamás en mis entrañas/ esa calma aparente llamada escepticismo".

Para conocer en profundidad a un/a poeta

Quizá, a vuela pluma, un poema haya llegado a tus oídos o a tus manos y preguntaras de quién es y te quedaras con ese nombre para el futuro. Quizá ese poema fuera de Anna Ajmátova, poeta rusa nacida en Odesa (actual Ucrania) en 1889 y que, aunque comenzó como musa (célebre es el retrato que le hizo Amedeo Modigiani), pronto se escabulló de las cadenas que impone esa palabra para ser ella la fueza creadora.

Y qué fuerza.  Su antología, Soy vuestra voz (Hiperión), muestra a una autora capaz de resucitar una y otra vez, enmudecida por hombres y por las autoridades de su país, hasta dar con la pulsión exacta para narrar, ágil pero diferente, tanto el mundo como su mundo. "Y a tu alrededor cantó el silencio/ y se llenó de sol la oscuridad/ y por un instante se transfiguró el mundo/ y extrañamente cambió el sabor del vino", traduce Belén Ojeda.

Y qué decir de Joan Margarit, todo un ejemplo de constancia vital, que ha sobrevivido la muerte como padre (dos de sus hijas fallecieron), a una infancia marcada por la Guerra Civil y sus secuelas y aún posee una lumbre poética bilingüe (él mismo se traduce del catalán) que comenzó a dar calor y voz cuando ya contaba con varias décadas a sus espaldas. Todos los poemas, su antología en Austral, demuestra un don extraordinario para utilizar la palabra precisa  en el momento adecuado para enclavar el sentimiento justo: "Estos poemas hablan de esperar,/ porque el amor es siempre una cuestión/ de las últimas páginas./ Ningún otro final podría estar/ a la altura de tanta soledad".

Para viajar sin pagar

Diecisiete años ha tardado el madrileño David Foronda en sacar su segundo libro de poemas. Biólogo especializado en los programas genéticos determinantes para el desarrollo de organismos utilizando la mosca de la fruta, también ha sido cooperante internacional.

Toda esta vivencia, experiencia e insurgencia, en especial sus continuados vuelos a Asia y África subsahariana, dan vida a Animalario secreto o el libro rojo de los viajes (Ars Poética), una guía de viaje a través de sus ojos que buscan lo que no miramos: las tribus, la infancia, elefantes y tempestades que se viven de forma diferente tan lejos de casa. Como el amor. "El mismo equipaje sirve/ para una visita corta y para cruzar todos los ríos".

Aunque el poema tradicional japonés es el tanka, es a partir del siglo XVII cuando se populariza lo que occidentalmente se contempla como poesía nipona: el haiku. Es decir, causar emociones en tres versos y diecisiete sílabas. Y hay quienes consiguieron hacer de la evocación de la naturaleza, la ironía y la sensación casi ritual de ellos un arte.

La editorial Satori tiene en su catálogo la colección Maestros del haiku, con los que observar paisajes japoneses dentro de una página, y que tiene libros dedicados a los grandes nombres como, entre otros, Mi nueva primavera, de Issa Kobayashi; En un sueño pintado, de Yosa Buson; Por sendas de montaña, del más famoso de los poetas del país del sol naciente, Matsuo Bashõ; o la gran poeta Chiyo, con su Violeta agreste: "Ha nevado esta mañana./ Si la garza no tuviera voz/ desaparecería".

Simplemente, para leer

Clavar la sombrilla. Gafas de sol. Esperar que la crema solar haga su efecto. Sentarse. Y abrir un libro. Un libro que sea un único poema. Largo, sin interrupciones. Cada vez más dentro de una historia de dos, que transcurrió en lo que duran las historias de dos (un instante o una eternidad, no hay punto medio). Donde la melancolía va subrayando la adulta luz del fondo de las habitaciones de hotel, de aquel viaje que se hizo quizá en un verano y que ha dejado un poso que necesita soltarse como un largo monólogo o como una elegía de la pasión que te recorrió antaño.

El poeta malagueño Álvaro García ganó con Canción en blanco (Visor) el XXIV Premio Fundación Loewe de Poesía. "Todo lo que hemos sido antes de esto,/ espacios cuyo sitio es aquí ahora/ al cabo de ser nada y ser tú y yo./ La memoria no cabe en una página,/ pero cabe de pronto en esta noche".

Presente y el mar. Ya con el título del primer poemario de la poeta andaluza María Domínguez del Castillo editado por Esdrújula, valdría para comprender su pertenencia a esta lista. Versos que ocupan las páginas, disponiéndose como lo bravío. Una poesía abierta que no cesa de buscar sus influecias (Keats, Panero, Mallarmé, Plath, Cernuda, Maillard, Celan o Pizarnik) y que conforman a una autora tan joven que todavía siente como siente un ser humano: "Hoy las ventanas han amanecido de nuevo [...]/ sin un mar/ que nos cante y nos recite dulcemente, sereno,/ las palabras atroces del tiempo".

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