J.N.S., policía local, hacía su turno el domingo por la mañana, vigilando el edificio del Ayuntamiento de Oviedo.
Hacia las ocho y media de la mañana vio a cuatro jóvenes, que parecían borrachos, peleándose a botellazos en la plaza del Ayuntamiento, así que trató de separarlos. «Fue una intervención más», cuenta el policía.
Sin embargo, salió mal. Dos de los jóvenes huyeron, pero los otros trataron de agredirle y uno de ellos golpeó en la espalda con una botella y le derribó.
Cuando ya estaba en el suelo, siguieron pegándole. Por suerte, un grupo de transeuntes decidió intervenir. Entre ellos estaba un guardia civil fuera de servicio, José Luis Fernández.
Ayer, los inesperados salvadores testificaron en el juicio. «No podía permitir que agrediesen a nadie y mucho menos a un agente de policía», aseguró José Luis Fernández, que está destinado en León.
Los agresores, dos veinteañeros, fueron condenados a un año de cárcel pero, al no contar con antecedentes, la ley no les obliga a entrar en prisión.
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