La prostitución callejera no se reduce, es un problema que simplemente cambia de escenario. En Barcelona, como en muchas otras ciudades, conocen sus efectos.
Después de algunos esfuerzos en la reubicación de estas personas, hay calles, como las del
Barrio Chino, donde ese oficio se ha convertido en una
imagen de su paisaje humano y urbano. Sólo el año pasado el Ayuntamiento de Barcelona atendió a 368 prostitutas que trabajaban a la calle; de las cuales, 65 huían de redes de explotación sexual.
La mayoría vienen de países del Este o de Latinoamérica. Los vecinos denuncian que las mafias se han impuesto al barrio y reclaman a las fuerzas de seguridad menos permisividad.
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