Un ocio más adaptado a los discapacitados

Ana Isabel Olivenza es deficiente visual, pero eso no le ha impedido prepararse para ejercer lo que más le gusta: ayudar a los demás a pasarlo bien.
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Sergio González
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Es técnico de animación sociocultural.

Sin ella, una larga lista de gente entrañable no hubiera podido desconectar de sus problemas cotidianos y disfrutar de sus vacaciones. Pero organizar campamentos de verano o una excursión no es tarea fácil.

Preparativos

«Muchas veces no sé el tipo de discapacidad que me voy a encontrar en las personas que se apuntan a determinadas actividades, y esto dificulta aún más las cosas», explica Ana Isabel.

Ir sólo dos días a un albergue requiere meses de preparación. El autobús debe estar adaptado; hay que visitar las instalaciones y comprobar que haya rampas para los discapacitados físicos; escaleras marcadas con relieve para que los ciegos no tropiecen y con un fuerte contraste de color para ayudar a los deficientes visuales. Si añadimos las barras en los baños, que no deben tener escalones, la mayoría de los albergues no cumplen los requisitos, aunque están obligados por ley.

De excursión

Si se va a un museo con ciegos, por ejemplo, hay que lograr que les dejen tocar el mayor número posible de cosas. Muchos discapacitados físicos no pueden experimentar lo mismo, pero te sorprenden al nadar sin tener casi movilidad en sus extremidades.

A pesar del esfuerzo, Ana Isabel asegura que hay personas y experiencias grabadas para siempre en su corazón y su memoria. Si te apetece sentir lo mismo, infórmate en las asociaciones de personas con discapacidad de tu comunidad autónoma. Es una alternativa de trabajo.

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