Antes de operarse, escucharía Las Cuatro Estaciones de Vivaldi. Para olvidar, prefiere una copla. Es Ana Arroyo, enfermera y pionera en introducir hace seis años la musicoterapia en el hospital Virgen del Rocío. Para difundir las virtudes de este mágico recurso ayer organizó unas jornadas en Sevilla.

¿A qué pacientes la aplican?

Hemos hecho un trabajo con 25 pacientes con cáncer de boca. Queríamos reducir su estrés y su ansiedad.

¿Lo han conseguido?

Podemos decir que la música favorece la curación del paciente. Actúa sobre su estado fisiológico (cuerpo), psicológico (mente) emocional (alma).

O sea, que calma el alma.

Sí. Ayuda a entender y manejar la agresividad, los temores o la ansiedad.

¿Cómo se mide todo esto?

Antes y después de la sesión les medíamos la presión arterial, el pulso y la respiración. Al final, conseguían un estado de relax, de armonía.

¿La clave para acertar?

Hacemos una historia musical del paciente. Hay que buscar el ISO de cada uno, su identificación sonora.

¿Hay recetas musicales?

No. La que a mi me sirve, a otro, no. Depende del ISO.

¿Ponga un ejemplo?

Los fandangos ayudaron a un paciente de Huelva a olvidar su enfermedad, aunque fuera por unos minutos.

¿Qué poder tiene la música?

La música activa el sistema inmunológico y sube las defensas. Si no, mire la euforia que hay en Feria.