La Pedrera acerca a Barcelona la fotografía neorrealista del valenciano Gabriel Cualladó

  • De formación amateur, el fotógrafo lideró una corriente de autores españoles que huían del pictorialismo dominante en los años 50.
Fotografía realizada por Gabriel Cualladó en París en el año 1962.
Fotografía realizada por Gabriel Cualladó en París en el año 1962.
HEREDEROS DE GABRIEL CUALLADÓ
Fotografía realizada por Gabriel Cualladó en París en el año 1962.

La exposición Cualladó esencial hace un homenaje a las fotografías fundamentales del fotógrafo español de la segunda mitad del siglo XX.

Sus retratos tienen un estilo propio característico que imprimen de humanismo capítulos tan tristes como la posguerra española.

Las imágenes que creaba eran sencillas y sin artificios, con su familia y amigos como protagonistas. "No intervengo en la actitud de los sujetos que fotografío. Es más bien al revés: es 'su' actitud la que me da la clave de si la imagen me interesa o no", decía el autor sobre su obra.

La primera fotografía que realizó fue la de su primer hijo al lado de sus amigos con una cámara Capta. Se asesoraba con revistas como Arte Fotográfico. En 1955 compró una Retina que cambió pronto por una Rolleiflex.

Gabriel Cualladó Massanassa (València, 1925-Madrid, 2003) fue además dinamizador del colectivo de fotógrafos La Palangana que, desde Madrid participó en las actividades organizadas por el colectivo de fotógrafos españoles renovadores del género AFAL (las siglas de la Agrupación Fotográfica Almeriense).

Fue reconocido en 1994 con el Premio Nacional de Fotografía y con la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Mucho antes, en 1978, participó en una exposición colectiva de fotógrafos españoles contemporáneos presentada en los Encuentros Fotográficos de Arlés, un inicio de su reconocimiento internacional.

Pero la suya era una formación autodidacta y, de hecho, él se definió siempre como un fotógrafo aficionado y no se llegó a ganar nunca la vida con la fotografía a pesar de que fue su gran pasión.

A priori no parecía demasiado preocupado por la técnica fotográfica aunque sus imágenes tienen una oscuridad que lo desmienten y que reforzaba desde el laboratorio.

Su intención era la de recrear atmósferas emocionales, que le acercaban a la del cine neorrealista de entonces.

Igualmente, también la de cortar con el pictorialismo dominado por autores como Ortiz Echagüe, imperantes en la escena de la fotografía de los años 50 en España.

La Pedrera. Passeig de Gràcia, 92. Horario: de lunes a domingo de las 10 a las 20 horas. Precio: 5 euros. Hasta el domingo 30 de junio. Más información: lapedrera.com.

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