Tiene un 30% menos de inhibición que una persona cualquiera. Así lo certifica el Institut Guttmann de Barcelona, después de analizar los parámetros neuronales de Mercedes Milá. "Vamos, que no tengo freno", resume ella con su forma directa, clara y noqueante de decir las cosas.

Milá ha vuelto. Ha renacido, de hecho, gracias a Scott & Milá, un personality que se estrena este mismo jueves a las 22.00 h en #0 de Movistar+ . "Después de tres años en Barcelona, alejada de la tele, muy metida en la librería y aquejada de una depresión, sentía las ganas de estar de nuevo haciendo televisión, delante de una cámara... todo eso que parecía que había ya salido de mi vida", explica la presentadora catalana, mítica y -permítanme la licencia-presentadora emérita de Gran Hermano.

Scott & Milá es un espacio en el que Mercedes Milá se desnuda (espiritual y literalmente) ante las cámaras, mostrando algunos temas que a ella siempre le interesaron. "Le hemos pedido algo muy arriesgado: que fuera ella misma, que no se parapetara detrás de un formato ni de la figura de periodista", explica la creadora y directora del formato, María Ruiz.

Pero ¿quién es Scott? Es un un perro schnauzer de tamaño mediano que Mercedes Milá comparte con su madre. Tiene cinco años y pedigrí. "El primero en educarlo fue mi hermano Lorenzo", cuenta Milá, que acabó cuidando de él poco después de acabar Gran Hermano y este pequeño animal se convirtió en su tabla de salvación para superar la depresión que vino después.

"Scott es el testigo perfecto: silencioso, paciente, tranquilo... Scott es rarísimo que ladre. Es un perro que a los cámaras les ha dejado trabajar muy bien, les ha hecho hasta caso", cuenta con amor y orgullo la presentadora, que no dudó en incluir a su amigo peludo en la serie de reportajes que ha hecho.

"Scott se comporta como una estrella de la tele, siempre está en el plano", explica Moncasi. El pequeño can es omnipresente. En el espacio Milá le achucha, le habla, comparte con él la comida... y centra algunas conversaciones:"En la tele no le des esos besos que le das", le aconsejaba la familia a Milá, que, claro, no hizo caso.

Con estos primeros cuatro capítulos (ya hay previstos cuatro más) Milá vuelve a la televisión, y está "bien, muy bien ahora, después de haberlo pasado regulín vuelvo a estar con ganas, vuelvo a ser la que tú conocías", le cuenta al que suscribe. "Hemos aprendido a disfrutar con su imprevisibilidad", dice sobre el rodaje David Moncasi, director del programa.

En la primera entrega de Scott y Milá se abre en canal: muestra su día a día, sus miedos, a su familia, su cuerpo, su interior, y bueno, otras cosas... tienen que verlo. Milá en estado puro. "Es un programa de entender, entretener y ayudar", explica, aunque para entenderlo "hay que verlo" pues es "difícil de explicar".

En la segunda entrega, Milá indaga y conversa con gente que trabaja con animales e, incluso, viaja al Congo, al Instituto Jane Goodall de Rehabilitación de chimpancés y cumple con uno de sus sueños:encontrarse con Jane Goodall en persona.

Milá es catalana y después de sufrir su crisis decide en la tercera entrega descubrir sus raíces y su identidad. Para ello recorre Cataluña a bordo de una autocaravana. "Para encontrar respuestas, habla con una arqueóloga, explora su propia familia, se integra en una peña de castellers y visita una colonia textil", explica Movistar+.

En el cuarto capítulo Milá se mete "literalmente en la mierda, limpiando playas y ríos", acompañando al abogado y ecologista indio Afroz Shah, famoso en todo el mundo por el prodigio de limpiar y recuperar una playa de Mumbai.

Scott y Milá, producido por Zanskar (la productora del aventurero y presentador Jesús Calleja) es un formato muy cuidado, hasta el punto de que cuenta con una música original compuesta por Fernando Velázquez, autor de la banda sonora de películas como Ocho apellidos vascos o Lo imposible y ganador de un premio Goya por Un monstruo viene a verme.

Scott y Milá permitirá a los espectadores ver el mundo a través de los ojos de Milá, unos ojos profundos, inquisidores, agudos, la mirilla de su curiosidad y el preludio de su capacidad para emocionarse y empatizar.