Cuando el rock se aprendía de forma autodidacta

Con 12 años Isidoro se compró su primera guitarra. Y con las 1.600 pesetas que le tocaron en una quiniela se compró una guitarra eléctrica.
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«Con ella, a base de oído, aprendí a tocar las primeras canciones». Nunca acudió al conservatorio, pero sus ganas de tocar fueron suficientes. Sus primeros escenarios, en los sesenta, estaban en Pío XII, donde vivió gran parte de su niñez.

Allí comenzó su andadura musical, formando su primer grupo con el humorista Paco Aguilar. «A los 14 años decido dejar los estudios y me busco la vida por la Costa del Sol, donde por aquel entonces se fraguaba gran parte del movimiento musical de este país. Me fui con una guitarra, un amplificador y 250 pesetas en el bolsillo».

Conoce a muchos músicos y empieza a tocar en numerosos grupos roqueros de la época. Aprende a tocar el teclado y, desde entonces, se dedica profesionalmente a la música.

«Acompañé a Josele antes de formar Los Payos y a un grupo que se llamaba Nosotros.

Tocábamos en Sevilla, pero la gente no entendía el rock. Así que sólo teníamos éxito cuando tocábamos en las bases de Morón y de Rota».

Después de esa frustrante experiencia, decide apartarse un poco de los escenarios y comienza a tocar el órgano en hoteles y restaurantes. Años más tarde, en 1978, y después de trabajar como comercial en una tienda de música, funda su propia empresa de instrumentos musicales, la primera en toda Andalucía especializada en pianos y órganos.

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