150 personas sintecho cenan cada noche en los alrededores de la Estació del Nord sin ayuda municipal

  • Una red de cinco entidades sociales reparte cada noche cenas a unos 150 sintecho en los alrededores de la Estació del Nord de Barcelona.
  • Según la Xarxa d'Atenció a les Persones Sense Llar (XAPLL) alrededor de 3.600 hombres y mujeres son víctimas del sinhogarismo en la capital catalana.
Cola de usuarios de las cenas solidarias en la Estació del Nord de Barcelona.
Cola de usuarios de las cenas solidarias en la Estació del Nord de Barcelona.
ORIOL HOSTA
Cola de usuarios de las cenas solidarias en la Estació del Nord de Barcelona.

Cada anochecer, en Barcelona, se concentran decenas de personas sin techo en los aledaños de la Estació del Nord dispuestas a hacer cola para cenar. Youssef ha llegado puntual. Es sábado y lleva dos horas esperando en la cercana calle Ali Bei, antes de que lleguen los voluntarios, para ser de los primeros en coger número.

Si consigue uno bajo podrá pasar antes por la cola del reparto. A las nueve en punto de la noche, empiezan a acceder las personas, de 10 en 10, con los números en la mano. Es invierno y hace frío y son más de 150 personas. Según la Xarxa d'Atenció a Persones Sense Llar (XAPLL), el distrito del Eixample (donde se encuentra la Estació del Nord) y el de Ciutat Vella, concentran aproximadamente un 84% del total de personas que duermen en las calles de Barcelona.

Las entidades sociales Amásdes, Fundació Sai Amor, Silo, Casa Solidaria y Terike, con años de experiencia en solitario, se unieron en enero de 2018 creando la Xarxa de Col·laboració d'Entitats que Reparteixen Menjar a les Rodalies de l'Estació del Nord. Su apuesta es la de contribuir unidos, diariamente, a la lucha contra el hambre de estos ciudadanos.

200 voluntarios

Suman juntos 200 voluntarios que varios días en semana se dirigen hasta este punto neurálgico de la capital cargados con la comida que han preparado en sus propias casas y con sus propios medios. Recolectan además donaciones de comerciantes y amigos. Ellos también son los encargados de montar las mesas, repartir los números y la comida, y de ofrecer charla y consejos a los comensales.

La presidenta de Amásdes, Mariela Frankon, afirma que "uno no es nadie y la unión hace la fuerza", resumiendo el nexo creado entre las diferentes asociaciones que dan de cenar en la Estació del Nord.

Solo 2 comedores sociales ofrecen cenas

En datos del Consistorio, abren cada mediodía 18 comedores sociales, de los que 13 son locales municipales, y la mayoría en convenio con entidades sociales y religiosas. Solamente dos de ellos ofrecen cenas, caso de Cafè Just de Càritas Diocesana, que da de cenar a 100 personas cada noche gracias a voluntarios y personas en reinserción.

En 2017, estos centros repartieron 520.297 comidas a 12.234 personas. Esta cifra supone un 3% más de almuerzos y cenas que la de 2016 (504.929) y un 38% respecto a 2011 (375.709).

Mientras, la Fundació Arrels corrobora que un 71% de las personas sin hogar de la ciudad presentan una situación de alta vulnerabilidad.

Sin un local cubierto cedido por el Ajuntament

Durante años, tanto esta como otras entidades han solicitado sin éxito al Ajuntament algún local cubierto para dignificar estas cenas de a pie. La Xarxa d'Entitats sí que ha podido reubicar el reparto periódico de alimentos, de lunes a viernes, en un nuevo emplazamiento situado en la parroquia de Sant Fèlix d'Africà, en la calle Sardenya número 22. "Aunque se aleja de la zona de costumbre, tenemos un espacio y unas condiciones más dignas para cenar", comenta Frankon.

Esta cesión se pudo incluir en el Pla de Convivència de Fort Pienc, que el Ajuntament puso en marcha el pasado mes de julio, con el fin de "mejorar la seguridad, la convivencia y la gestión del uso del espacio público" y así intentar "generar el mínimo impacto en el vecindario", según fuentes municipales.

Pero Àngela Güerri, voluntaria de Terike, defiende que "esta medida municipal es solo para proteger al vecindario y no para ayudar a un colectivo verdaderamente vulnerable". Y es que, parte de los vecinos acusan a los receptores de la iniciativa solidaria de invadir sus calles de suciedad, delincuencia, drogas y peleas.

Muchos voluntarios, asimismo, creen que un cambio de ubicación del reparto de comida solo logra trasladar el problema a otro lugar. Güerri defiende que "la alarmante situación de vulnerabilidad de los usuarios cambiará mediando en los conflictos y haciendo un seguimiento real".

Antonio, de comensal a voluntario

Antonio (a la izquierda, con chaleco azul) ha pasado de ser usuario de un comedor social a voluntario del mismo. En la imagen, con uno de los comensales.
Antonio (a la izquierda, con chaleco azul) ha pasado de ser usuario de un comedor social a voluntario del mismo. En la imagen, con uno de los comensales.

Antonio es un testimonio del logro del objetivo común de inserción de la red de asociaciones sociales. Él empezó a acudir a los repartos de comida como usuario y ahora ha pasado al otro lado de la mesa para convertirse en voluntario. "Me siento orgulloso y muy contento de poder ayudarles a todos cada día para que coman y vivan mejor", afirma. Antonio define, emocionado, la esencia de su labor: "Les entregas simpatía, les hablas, les haces compañía y les ayudas con sus dudas. Es maravillosa esta labor".

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