Los procesados han reconocido los hechos y han perdido perdón, tanto al militar como al Ejército. En concreto, han sido condenados por un delito de lesiones leves y otro de odio.
El suceso tuvo lugar a las puertas de una sucursal bancaria. Los acusados comenzaron a sacar fotos del comandante, que iba uniformado, mientras se reían y él se lo recriminó. Tal como han reconocido, le contestaron que hacían "las fotos que les salía de los cojones", le agarraron del cuello y le golpearon mientras le decían frases como "sois unos fachas, os creéis que estáis en la época de Franco".
Tras esto, le siguieron golpeando y le llegaron a arrojar contra un banco de piedra y luego contra unos contenedores mientras le decían "te voy a matar, sois unos fachas", hasta que intervinieron varios transeúntes. El comandante les siguió cuando se marchaban y siguieron amenazándole con frases como "si no te vas te vamos a volver a dar".
Como consecuencia de la agresión, la víctima sufrió policontusiones y hematomas que no precisaron de tratamiento quirúrgico pero sí 98 días de curación con secuelas valoradas en cinco puntos. El dolor residual impidió al militar realizar las pruebas físicas anuales del Ejército y estuvo impedido para su actividad relacionada con la defensa personal.
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