El acusado, que cuenta con varios pleitos por los mismos hechos y ha sido condenado en al menos tres ocasiones por ellos, "saltaba los tornos o accedía por la puerta de discapacitados" para acceder al recinto y, una vez en su interior "entraba a la zona de los vestuarios, parándose y vigilando al principio" con una mochila que también portada a su salida, según recoge la sentencia consultada por Europa Press.
Los afectados denunciaron ante la Policía Nacional que, mientras practicaban deporte, alguien había fracturado el candado de su taquilla y se había hecho con sus efectos personales como carteras, relojes, teléfonos móviles, gafas de sol y otros objetos que, en conjunto y por cada taquilla, llegaban a alcanzar un valor superior a los 1.000 euros.
Frente a la testifical de los investigadores y del personal del centro deportivo, que diseñó un dispositivo de vigilancia tras darse varios robos, el acusado indicó que accedió al gimnasio para "visitarlo y decidir si se registraba en el mismo", para lo que "rellenó una prescripción".
Asimismo, apuntó que entró en el vestuario "para verlo" sin que llegara a acometer algún hecho delictivo, si bien no ofreció una "respuesta convincente" sobre su presencia en la zona sin contar con una tarjeta electrónica de acceso. El juez apunta así que, aunque "nadie lo vio directamente forzar tal candado, existen indicios bastantes" para considerar su participación en los robos.
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