Paula Bonet rompe el silencio y cuenta sus abortos en 'Roedores'

  • "Parece que no puedes nombrar el hijo no nacido".
Paula Bonet acaba de publicar 'Roedores'.
Paula Bonet acaba de publicar 'Roedores'.
NOEMÍ ELÍAS
Paula Bonet acaba de publicar 'Roedores'.

El cuento que dibujó a la niña que esperaba y que perdió lo publica Paula Bonet en Roedores (Random House) y junto a él, en un hermoso doble tomo, Cuerpo de embarazada sin embrión. En este segundo, casi en forma de verso, deja que salga el dolor y la tristeza propia que supone el aborto, además de, como dice: "Tener que callar lo que sientes, porque parece que no se puede nombrar el hijo no nacido". No esconde lo mal que hace la sociedad que te sientas por no ser madre.

La pintora Paula Bonet (Villarreal, Castellón, 1980) se ha desnudado tras el segundo aborto, y no sin temor: "Soy consciente de que es un acto que roza el suicidio". Pero había algo que podía con el miedo y el hecho de seguir callando: "Me atrevo a contarlo porque tras sucederme dos veces vi que de nuevo tenía que sufrir esa especie de silencio y que tras haber pasado en dos ocasiones por ese lugar tenía la suficiente experiencia para contar el vacío que se ha de vivir y callado. Estaba harta de ese nombrar sin nombrar. Tenía derecho a vivir ese vacío en condiciones sin tener que esconderme".

Quería la autora de obras tan valientes como Quema la memoria o La Sed, un largo y directo poema en el que está todo su feminismo, o buena parte de él, que se acabe de una vez con una idea única de maternidad y que se elimine esa asociación de feminidad con ser madre: "Es que con dos años ya te dan un muñeco para que le des el pecho".

Hila bien este discurso con lo que ha venido a contarnos en Roedores y sobre todo en el porqué: había que romper con todos los eufemismos, poder expresar el dolor de perder un hijo que aún no ha nacido, y terminar con ese silencio colectivo y complaciente.

Complaciente como enseñaron casi desde siempre, el rumbo va variando, a ser a la mujer: "Nos han educado para complacer a todo el mundo y para ser madres".

Ahora está en la pregunta correcta, dice la autora de aquel hermoso canto a Truffaut y a través de él a las mujeres que fue 813. Y esa pregunta es: ¿quiero ser madre? Una huida justa y que no es la primera que abandera pero que sin embargo aún no ha cundido bastante de la pregunta ¿cuándo serás madre?

Y añade el perfecto resumen su obra: "Este libro va de que vivimos en una sociedad desinformada, donde no existe la libertad ni en la crianza ni en los cuidados".

¿Por qué no lo hizo la primera vez que le pasó?; ¿por qué no entonces decidió romper ese silencio?, son preguntas que surgen al leerla y admirar las ilustraciones de una de las obras –la otra es todo texto salvo una ilustración de un embrión ensangrentado–. No oculta que tuvo que ocurrirle dos veces para hacer frente a contarlo: "La primera vez es muy doloroso y difícil de gestionar, no puedes hacer un duelo, porque el contexto no te lo permite, es algo que para los demás no existe. La segunda vez ya veo que hay cosas que he de vivir, y que ese silencio afecta. En la segunda experiencia fui consciente de que tenía derecho a vivir esa experiencia, y que otras mujeres también".

Harta de que se considere que las mujeres que escriben lo hacen para ellas, Bonet también se queja de que en esa educación que nos han dado apenas hemos leído autoras, y la mayoría de las que hemos leído tuvieron que firmar con seudónimo. Un vacío que tiene mucho que ver con el vacío que denuncia en este libro, y con el que ha tenido una agradable sorpresa: "No tenía ni idea de que mujeres y hombres saldrían en masa a contar su experiencia".

Tiene además un recuerdo para quienes no han perdido a su hijo de modo natural: "Perder un hijo supone un tabú, imagina cuando es porque no lo quieres cómo te castiga el contexto".

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