Iván Ferreiro: "Mi carrera se basa en que todos creen que hago lo que quiero"

  • "El mundo es un sitio horrible y cruel, y la vida es un terror", dice el artista, que homenajea a Golpes Bajos con su último disco 'Cena recalentada'.
Iván Ferreiro durante la entrevista.
Iván Ferreiro durante la entrevista.
JORGE PARÍS
Iván Ferreiro durante la entrevista.

El tributo que rinde Ferreiro a la banda liderada por Germán Coppini es un disco, Cena recalentada (Warner), con las canciones que más han acompañado al artista.

Su voz y su estilo las convierte en casi nuevas, sin perder la esencia de aquellos temas que hicieron de Golpes Bajos el grupo que cantaba a los arañazos del mundo adulto.

¿Creció con golpes bajos en todos los sentidos?

No, ese tipo de golpes vinieron después. Golpes Bajos fue el principio de mi crecimiento. Antes de ellos la letra no tenía que contarme algo íntimo, con ellos me di cuenta de la importancia de la letra. Con la canción Cena recalentada, por ejemplo, sentí una identificación total con ese chico adolescente que empieza a salir.

En esa canción estamos todos.

Es la canción adolescente por antonomasia. Pero todas las de Golpes Bajos hablan de la adolescencia, la juventud y el terror que tenía Coppini al mundo adulto.

¿Un terror suyo también?

Sí, y también tenía que ver con la época, y con esa parte católica opresiva. Es de los pocos grupos que contiene ese peso del catolicismo.

¿Cómo se recuerda cuando empezaba en la música?

Pues me recuerdo en Los Piratas que era un adolescente soltando lo primero que se le ocurría.

¿Le sorprendió que este disco saliera adelante?

Sí, pero a esto yo lo llamo tener crédito. Si un disco te va bien, pues te dejan cometer una cagada entre medias.

¿Que le dejen? Tiene pinta usted de hacer bastante lo que quiere...

Trato de ver qué posibilidades tengo y hacer lo que quiero dentro de esas posibilidades, A veces tomo ciertas decisiones porque no queda más remedio. El hecho de que parezca que hago lo que me da la gana es un espejismo. Y creo que mi carrera se basa en que todos creen que hago lo que me da la gana. Que hago bastante lo que me da la gana, pero con cabeza. De hecho yo creo que solo te dejan hacer lo que te da la gana si eso tiene cierto sentido. Pensé que no me iba a hacer caso nadie con esto. Estoy sorprendido, pensé que no iba a interesar.

¿Piensa eso normalmente?

Sí, un poco. Pero es que creo que si no tienes en cuenta un poco la posibilidad de que no gustes estás jodido.

Sería como querer caerle bien a todo el mundo.

O que algunas personas recomendaran mi disco. Eso me da mucha grima.

Ha dicho alguna vez que la censura estimula, ¿de verdad lo cree?

Lo que creo es que no son malos tiempos para la lírica. Nunca se ha escrito tanto ni mejor que ahora. Otra cosa es un rapero que se dedica a insultar y amenazar. No estoy de acuerdo con que lo metan en la cárcel, pero ni subrayo nada de lo que dice ni me gusta ni estoy de acuerdo. No creo que amenazar sea guay, pero es el público soberano el que te manda a la cárcel del olvido. El público es el que decide. Si haces esa canción y solo te siguen tres, pues te fastidias, a lo mejor si hubieras hecho una canción de puta madre, tendrías a tres mil o trescientos mil. Es como el humor: sueltas un chiste, nadie se ríe, pues te aguantas: no ha tenido gracia.

En Golpes Bajos están también esos grandes desengaños de los primeros amores. Cuando uno cree que el otro lo es todo...

Es que nadie lo es todo. En esa concepción tiene que ver toda nuestra mierda social, y nuestra sociedad patriarcal. No hay manual ni instrucciones para el amor y de eso hablaba Germán Coppini: este es un mundo salvaje.

¿Sigue usted pensando que es un mundo salvaje o con los años se suaviza?

Siempre he creído que el mundo es salvaje pero no me da tanto miedo cómo suena. Una cosa es que sea salvaje y otra, que tenga que dar miedo. Es salvaje, claro, pero es mucho mejor de lo que era hace unos años. Pero cuando eres un niño estás acojonado. Todos creen que ya eres mayor para hacer determinadas cosas y la realidad es que estás acojonado y no quieres salir al mundo.

¿Qué miedos ha perdido y cuáles ha ganado?

Cada vez tengo menos miedo al ridículo y he ganado los miedos de mis hijos. Mis terrores tienen que ver con ellos. Y con morirme. Me da pánico. La gente que quiere morirse tiene que estar enferma. El mundo es cruel y la vida es un terror y un sitio horrible, de acuerdo. Nadie tiene la respuesta de lo que de verdad importa. Y el cuerpo, con la serotonina y la dopamina, lo que hace es engañarte para que todo sea tolerable. Y el deprimido lo ve todo sin filtros y por eso se quiere morir.

¿Cuántas veces se ha deprimido?

Una, hace 15 años. Y tardé mucho en enterarme de que tenía una depresión. En cuanto lo supe fui al médico y lo arreglé rápidamente.

¿Cuántas veces ha pensado que estaba ante un abismo insalvable?

Nunca he pensado que fuera insalvable. Nunca he pensado que no se pueda. Yo tengo mucha paciencia. No tengo prisa. Hay una parte mía de haber estudiado ciencias que le vendría muy bien a los que no han hecho ciencias, que es saber que el error es parte de la victoria. Todo el mundo cree que hay que llegar y acertar y no es así. Hay que equivocarse mucho para lograr una buena canción.

¿Cuánto da por un abrazo?

Hace mucho que dejé de darlo todo por un abrazo. También es cierto que hace mucho tiempo que sé que el abrazo puede dármelo casi cualquiera.

Pero no saben igual...

O sí. No existe una media naranja, si no me da un abrazo Fulanita me lo da Menganita. O me lo dan las dos a la vez.

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