En este sentido, Ferrer ha considerado que este desafío se puede entender con el símil del patrimonio histórico. "El patrimonio natural y el cultural se parecen, pero con dos diferencias; al contrario que del histórico, del natural no existen planos, son dinámicos en el tiempo", ha detallado.
"Por la movilidad a la que obliga a las especies los cambios de clima que vivimos las medidas de protección no sirven pues es como si el casco histórico de Sevilla acabara ubicado en Guillena, por ejemplo; por lo que debemos por tanto pensar de otra forma", ha añadido.
El que fuera director de la Estación Biológica de Doñana, ha indicado que este patrimonio de la humanidad "nunca volverá a ser el mismo", rechazando unas políticas que intenten recuperarlo a un estado anterior ya inalcanzable.
"Cometemos errores a la hora de plantear la conservación; esto no consiste en un problema local, hay especies que se mueven hacia el norte o en altura en las montañas", ha abundado Ferrer, al tiempo que ha apuntando la paradoja de que "gastamos dinero en protegerlas en Andalucía cuando ya no se trata de un problema nuestro", en referencia al cambio de territorios de distribución que genera el cambio climático.
En este sentido, ha destacado que las diferencias ya existentes entre Atlántico y Mediterráneo -éste último más caliente y salino- se incrementarán con el cambio climático, lo cual llevará a vientos más potentes en el Estrecho. Además de la implicación que para la industria del turismo pueda tener, "para las aves migratorias conlleva que se reduce la ventana de oportunidad de cruce del Estrecho hacia el otro continente", ha subrayado.
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