'Ding Dong': una obra 'Belle Époque' para ponerle los cuernos al amor

  • Engaños, libertinaje... La Terraza del Galileo ofrece cada noche un vodevil al aire libre para reír y mirarnos al espejo.
  • La obra se representa de lunes a sábados, a las 21.30 horas y hasta el 1 de septiembre.
El reparto de la obra 'Ding Dong' junto a su director, Gabriel Olivares.
El reparto de la obra 'Ding Dong' junto a su director, Gabriel Olivares.
NACHO PEÑA
El reparto de la obra 'Ding Dong' junto a su director, Gabriel Olivares.

"Los temas de un vodevil son universales, atemporales y, por tanto, actuales", confiesa Gabriel Olivares, director de Ding Dong, la obra de teatro que se representa de lunes a sábados, a las 21.30 horas y hasta el 1 de septiembre, en la Terraza del Galileo.

El vodevil es, casi por definición, mirarnos a un espejo. Significa, literalmente, "voz del pueblo". Así que su mezcla de risas, momentos de incomodidad, mentiras, movimiento y cierta fascinación por lo próximo que vendrá es la vida misma. Y engaños, muchos, por qué no decirlo.

La obra, del comediante francés Georges Feydeau, se disfruta mejor dentro de una atmósfera de juego infantil, con toboganes y columpios como puertas y escaleras y un uso del anochecer como parte del conjunto.

"Son unos Juegos Olímpicos de la sexualidad", recalca Olivares, sobre una escena que transporta a los personajes a una mascarada en los comienzos del siglo pasado. Todo ello en un París donde la burguesía y el libertinaje poseen idéntico ADN.

"El texto original invita a los matices, aunque yo no he cambiado una palabra. Es esa especie de Belle Époque, donde había un ojo por ojo y cuerno por cuerno", aclara Olivares sobre una obra donde todo está permitido, una pantomima burlesca y lujuriosa.

"Infidelidades, desencuentros, malentendidos. Todos tenemos un primo, una vecina o un conocido al que han puesto los cuernos. De alguna forma, eso siempre divierte", añade el actor Javi Martín sobre el objetivo final de la obra.

La historia no puede ser más rocambolesca, casi por verídica. Pontagnac, casado pero Casanova, persigue a Lucienne hasta su casa declarándole su amor ("De esto no nos hemos librado aún hoy en día", pincela la actriz Teresa Alonso). Allí se encuentra con que el marido de Lucienne es Vatelin, su viejo amigo.

Vatelin perdona a Pontagnac, pero todo se complica al llegar Redillon, otro pretendiente de Lucienne, y la esposa de Pontagnac. Y como buena comedia de enredos, aparece Maggy, una antigua amante inglesa de Vatelin.

Sexualidad arriba, sexualidad abajo

Uno de los puntos fuertes de Ding Dong es cómo explora la ambigüedad sexual de sus personajes. "Es un todos contra todos y todos con todos. Y eso seguro que ya pasaba en aquella época", dice Alonso.

"La bisexualidad era otra forma de traerlo a la actualidad. Hay que darle visibilidad a estos temas", añade Luis Visuara, uno de los protagonistas, Pontagnac. "Lo hemos afrancesado, vuelto histriónico, como si fuéramos 'malos actores'", bromea Martín.

"Pero esto es una comedia y al final hay que venir predispuesto a reírse y a pasar un rato disfrutando de los engaños de los demás", comenta Visuara. "Al aire libre y comiendo y bebiendo... No digas que no es una manera única de ver teatro", argumenta Martín. "Y que no es a la italiana, en un espacio cerrado, sino que puedes ver a los actores en 360º", hace hincapié Alonso.

"Igual que está el cine de verano, creo que esto merece la pena verse", recomienda Olivares. Y al fin y al cabo, ya que nos engañan, mejor que lo hagan profesionales.

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