En los últimos años, la presencia de inmigrantes ha sido creciente en nuestras calles, y empieza también a serlo en los banquetes de boda y en los paritorios de los hospitales.

Durante el último lustro, el número de extranjeros que viven en la provincia se ha triplicado. Pero es que los matrimonios entre extranjeros o con algún cónyuge inmigrante se han multiplicado por cuatro en estos años. Y lo mismo pasa con los nacimientos de padres (los dos o uno de ellos) foráneos.

A inicios de la década, en 2001, sólo hubo un centenar de matrimonios en la provincia con presencia de inmigrantes, apenas un 2,3% del total de enlaces.

Sin embargo, en 2006 (último año con datos disponibles), se celebraron 443 banquetes de boda con alguno  o los dos cónyuges extranjeros, y eso representaba ya casi un 11% de los matrimonios.

Con los nacimientos, como resulta razonable, pasa exactamente igual. De los 300 bebés con padre o madre (o los dos) inmigrantes, hemos pasado un lustro después a 1.126 granadinos con una segunda nacionalidad bajo el brazo. Y el peso sobre el total ha ido creciendo en la misma medida: esos mil y pico nacimientos suponen el 11% sobre los 10.000 registrados en los hospitales de la provincia en 2006.

Dentro de estos nuevos matrimonios en expansión predominan las parejas mixtas. De los 443 enlaces de 2006, sólo 87 estaban compuestos por marido y mujer extranjeros (en 59 casos del mismo país, y en 28 cada uno de nacionalidad diferente).

La mayoría de casamientos (356) se producen entre un cónyuge español y otro foráneo, y se da la circunstancia de que son muchos más los granadinos que se casan con extranjeras (246) que los inmigrantes que se unen a mujeres de aquí (110).

Los de aquí, con las de fuera

¿Por qué hay más españoles que se casan con extranjeras que al revés? Según la socióloga Remedios Castillo, se mezclan dos factores: que tradicionalmente a los hombres les cuesta menos encontrar pareja que a las mujeres, y la necesidad que pueden vivir muchas féminas extranjeras solas, sin raíces ni familia. «Puede que en esas situaciones, las mujeres de fuera sean más fáciles de doblegar a la voluntad del hombre que las de aquí, que sí cuentan con el apoyo de su familia y sus amigos», explica la socióloga.