«¿Qué se supone, que deberíamos de estar en casa viendo la televisión, aburridas?». Es la frase con la que se presentan, casi al unísono, cuando les preguntamos -con respeto- si a su edad les merece la pena el esfuerzo.

Hasta tal punto llega su compromiso, que los minutos que la profesora ha tardado en atendernos, por su cuenta, habían empezado a hacer un dictado.

Discuten en debates de actualidad, aprenden historia, y recuerdan, por ejemplo, conceptos de matemáticas que ya habían olvidado, «aunque a mi nunca me han sisado en la compra», apunta una de ellas. Otras, más atrevidas, van más allá en sus explicaciones: «Que no te engañen, que muchas dicen que es por recordar, pero la mayoría no sabíamos ni leer ni escribir».

Hablamos en femenino, porque de las 45 personas mayores que acuden a estas clases de alfabetización y cultura básica en La Rondilla, las mujeres son mayoría y, en esos momentos, sólo había un hombre en clase. Eso sí, muy fiel, porque acude desde hace más de 10 años -y no es el único-. Y es que sólo al compartir unos minutos con ellos se observa el buen ambiente que reina en las aulas.

Ésta es sólo una de las muchas actividades que realiza la asociación familiar Rondilla, que además hace talleres de teatro, informática o inglés, o cursos de apoyo para la obtención del carné de conducir. Siempre hay plazo abierto para apuntarse y el precio, cuando lo hay, es simbólico (unos 30 euros) para gastos de material.

Un ejemplo de que en los barrios hay mucho por hacer.

«LE PONEN BASTANTE EMPEÑO»

«Muchos vienen desde hace años. Intentamos aprender un poco de todo, aunque cada uno tiene un nivel diferente. No se ponen deberes, pero sí que hacemos ejercicios y trabajos en clase, y le ponen bastante empeño».

«A VECES ME AYUDAN LOS NIETOS»

«Tengo 8 hijos, 12 nietos y un perro», bromea. «Me ayudan y me animan. Vengo a clase desde hace cuatro años y he aprendido mucho de todo. Me gustan mucho la historia y las matemáticas».