Un Puente Romano poco accesible

Rafael Ayala (izquierda) es incapaz de acceder solo al puente y otros discapacitados (derecha) tienen problemas con el mobiliario. (R. S.)
Rafael Ayala (izquierda) es incapaz de acceder solo al puente y otros discapacitados (derecha) tienen problemas con el mobiliario. (R. S.)
Rafael Ayala (izquierda) es incapaz de acceder solo al puente y otros discapacitados (derecha) tienen problemas con el mobiliario. (R. S.)

Los discapacitados critican el bordillo que les impide visitar la pasarela y la Junta anuncia su supresión.

Se inauguró a bombo y platillo, ya que llevaba dos años cerrado al público. Su apertura se produjo en un clima de gran expectación, porque los cambios realizados en el Puente Romano han sido tan importantes que han modificado su  fisonomía por completo. Todo el mundo quería ver el resultado final del tan polémico granito rosa empleado. Pero hubo gente y la sigue habiendo que no puede pasear por la pasarela y comprobar in situ la transformación.

Un bordillo impide a las personas discapacitadas, sobre todo las que necesitan sillas de ruedas, acceder al puentes. Es el caso de Rafael Ayala. «Estaba atrapado en un asfalto en el que, mirase por donde mirase, no encontraba accesibilidad», relata Jesús Riaño, un amigo de Ayala que, junto con  varios ciudadanos, le ayudaron a superar la barrera. «El bordillo, para Rafa Ayala era su muralla más insolidaria», recalca Riaño.

Desde la Junta se ha querido poner fin a esta situación. Alegan que «siempre quedan retoques de última hora» y afirman que siempre han pensado en la población discapacitada  a la hora de abordar las actuaciones del puente. Así, fuentes de la Delegación de Obras Públicas y Transportes afirman a 20 minutos que en «cuestión de dos o tres días se pondrá una rampa».

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