Antonio López dialoga con el modernismo en una exposición en el Palau de la Música de Barcelona

  • Es la primera individual que inaugura Antonio López (Tomelloso, Ciudad Real, 1936) en un lugar de Barcelona que no sea la galería Marlborough.
  • En el exterior del edificio recibe al visitante una escultura de grandes dimensiones que representa la cabeza de un bebé.
El pintor y escultor manchego Antonio López ante una de sus esculturas, expuestas delante del Palau de la Música de Barcelona.
El pintor y escultor manchego Antonio López ante una de sus esculturas, expuestas delante del Palau de la Música de Barcelona.
QUIQUE GARCÍA / EFE
El pintor y escultor manchego Antonio López ante una de sus esculturas, expuestas delante del Palau de la Música de Barcelona.

Tres esculturas, cuatro dibujos, cuatro óleos y un relieve componen la exposición que ha inaugurado este martes Antonio López en el Palau de la Música Catalana, donde la obra del pintor realista dialogará con la arquitectura modernista del emblemático edificio barcelonés hasta el 24 de junio.

Esta muestra viene a llenar una ausencia en el panorama expositivo catalán, ya que es la primera individual que inaugura Antonio López (Tomelloso, Ciudad Real, 1936) en un lugar de Barcelona que no sea la galería Marlborough.

Además, puede que sea el principio de una relación más estrecha con Barcelona porque el máximo representante del realismo madrileño proyecta pintar el paisaje urbano de Barcelona con el mar al fondo y una franja de cielo gris, según ha anunciado este martes.

Barcelona, "una ciudad para ser pintada"

López ha aclarado que hace tiempo que está convencido de que Barcelona "es una ciudad para ser pintada", pero hasta ahora no había encontrado el emplazamiento.

Recientemente, según ha señalado, ha visto una fotografía que le ha enamorado: "Se ve Barcelona muy tupida, sin una sólo brizna de verde, y el mar al fondo, con una franja de cielo gris".

Antonio López tiene la foto en casa y sus amigos de Barcelona le están ayudando a encontrar el lugar desde donde está tomada, ya que no quiere trabajar a partir de la fotografía, sino de la realidad.

Escultura con la cabeza de un bebé

La muestra que se ha inaugurado este martes en el Palau de la Música empieza en el exterior del edificio, donde recibe a los visitantes una escultura de grandes dimensiones que representa la cabeza de un bebe.

Se trata de "Carmen dormida. Noche", una escultura para la que López tuvo de modelo a su nieta y con la que el artista vuelve a uno de sus temas recurrentes: la infancia.

"Es algo que abordo desde principios de los años cincuenta -ha recordado el artista-, cuando volví a Tomelloso (Ciudad Real) tras un invierno en Madrid, estudiando en la Academia de Bellas Artes, y dibujé a mi hermana, que entonces tenía un año".

El resto de la exposición se puede ver en la Sala Lluís Millet del Palau, situada en el primer piso, justo enfrente de la entrada a la platea de la sala de conciertos. Presiden la exposición las esculturas "Hombre" y "Mujer", esta última inédita y ambas basadas en las esculturas homónimas de la colección del Museo Reina Sofía.

El origen de las dos esculturas es, según ha explicado el artista, "la cabeza del hombre que hice en 1973 utilizando como modelo la forma del cráneo de un amigo y la cara de un jardinero".

"Aquella cabeza me dio fe. Vi que tenía algo, y eso me impulsó a seguir trabajando y buscar la forma del cuerpo, para el que utilicé unos 15 modelos", ha añadido.

"Esa cabeza tiene algo de barro, algo salido de la tierra, y es una de mis obras que más me gusta", ha revelado el artista, cuya obra gira a menudo alrededor del ser humano.

Naturaleza muerta

La muestra se completa con una serie de dibujos donde aparece el tema de la naturaleza muerta, otros de los ejes de su obra. "He heredado la temática del bodegón de los grandes pintores españoles del siglo XVII, a los que admiro", ha dicho López, que se ha declarado un enamorado de la obra de Zurbarán y de Sánchez Cotán.

Le gusta la "simplicidad y naturalidad del bodegón español", que entiende como "un símbolo de la vida" porque "el pintor coloca enfrente unos cuantos objetos que para él son importantes y los pinta".

En este género se enmarca "La fresquera", un relieve en bronce que se puede ver en la exposición, junto al óleo sobre madera "La cena", un montaje de varios dibujos preparativos de "La cena", tres dibujo a lápiz de frutas, verduras, membrillos, granadas y una cabeza de conejo, y tres óleos con motivos florales.

En conjunto, 12 obras que hablan del hombre, de su entorno y del paso del tiempo.

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