La herencia de la fama

Ser hijo de famoso abre puertas, pero pone trabas. Lolita, Javier Cantero, Shaila Dúrcal o Manuel Marcos, entre otros con apellidos conocidos, saben bien lo que cuesta hacerse un hueco.
Shaila Dúrcal.
Shaila Dúrcal.
Shaila Dúrcal.

El caso más típico de clan artístico nacional ha sido la familia Flores. Los tres hijos de Lola Flores –Lolita, Rosario y el fallecido Antonio– escogieron el mundo de la canción para desarrollar su carrera profesional con más o menos éxito. Elena Furiase, nieta de La Faraona, comienza ya a hacer sus pinitos en la interpretación.

A pesar de que su padre está considerado uno de los grandes de la música, Manuel Marcos no ha querido usar el nombre de su progenitor, Raphael, para abrirse puertas. Triunfa con su grupo  musical Mota.

Javier Cantero ha demostrado que no sólo es el hijo del inolvidable Fary, sino que, además, es un ídolo entre los adolescentes. Lo mismo pasa con Shaila Dúrcal, hija de la fallecida Rocío Dúrcal, que defiende estos días la edición especial de Recordando.

Enrique Iglesias también logró destacar por su particular estilo musical, lejos de papá.

Liberto Rabal, nieto de Paco Rabal, estudió Biología, pero finalmente se dio cuenta de que lo suyo era la gran pantalla.

Los menos  afortunados

Dos de los casos  más desafortunados son los de Chábeli y Julio Iglesias Júnior, que, tras varios intentos, siguen sin destacar en el terreno profesional. Chusa Puente, hija de Jesús Puente, tampoco parece correr mejor suerte. Y por último, Alejandra Prat, que, aunque hace sus incursiones en televisión, no logra cuajar.

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