Por lo visto, el Real Automóvil Club de España (RACE) ha examinado cómo se circula por algunas de nuestras ciudades. Bastante más de la mitad del casi millón de vehículos que controlaron superaban los límites de velocidad. En algunos de los casos, los excesos conllevarían la pérdida de puntos, y en los más extremos, la apertura de un proceso penal que podría acabar con el infractor en la cárcel.
Cualquiera que circule por Oviedo, Gijón o Avilés en momentos de escaso tráfico podrá confirmar que esos datos son ciertos. Tráfico ha cedido a los ayuntamientos unos vehículos dotados de la tecnología necesaria para medir la velocidad. Pero también es verdad que los límites son tan bajos en algunos sitios que deberían revisarse porque resultan contraproducentes y no aportan ni seguridad ni agilizan el tráfico. Eso no evita, sin embargo, la responsabilidad de los conductores, que por pillar un semáforo abierto aceleran hasta el infinito.
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