Puede que su último proyecto le haya obligado a transformarse en un ser taciturno, al que le cuesta sonreír y que tiene dificultades para relacionarse con otras personas, pero en la realidad, no hay nadie más alejado a esas características que Will Smith.

El actor desplegó su gran simpatía y profesionalidad ante la prensa en la presentación europea de la película Soy leyenda, en la que interpreta a Robert Neville, un científico militar que es el único superviviente en una Nueva York convertida literalmente en una jungla urbana tras la propagación de un virus letal.

En la película, el virus que provoca que los humanos mueran o se conviertan en agresivos mutantes procede de una investigación para curar el cáncer; en este sentido Smith reconoció que era inevitable que se planteara la pregunta de dónde está la línea que separa la medicina y el poder divino.

Según el director, Francis Lawrence, la película pretende explorar un concepto más allá de la religión, que es el de espiritualidad.

"Robert Neville en su mente se ha convertido en Dios, y piensa que es su responsabilidad crear otra vez el mundo", explicó Smith, para quien la ciencia y la espiritualidad acaban encontrándose en el mismo círculo.

Un rodaje dificultoso

Aunque la novela de Richard Matheson en la que está basada la película se desarrolla en Los Angeles, los productores eligieron rodarla en un Nueva York, cuya sola imagen de calles vacías resulta aterradora.

Su grabación obligó a realizar numerosos cortes de tráfico, con cientos de asistentes impidiendo que la gente saliera de sus portales o pasase por las zonas acordonadas, lo que no siempre fue bien recibido por los neoyorquinos, según reconoció Smith.

La película se estrena el próximo miércoles en España y este viernes en Estados Unidos, donde se espera que sea todo un taquillazo.