El amor que se convierte en una burla

‘La Señorita de Trevélez’, la farsa de Carlos Arniches, llega al Teatro Isabel la Católica con un elenco de solventes intérpretes.
Amores al borde de la edad caduca con el pelo cano y gato encerrado en La Señorita de Trevélez.
Amores al borde de la edad caduca con el pelo cano y gato encerrado en La Señorita de Trevélez.
Amores al borde de la edad caduca con el pelo cano y gato encerrado en La Señorita de Trevélez.

La obra del dramaturgo alicantino Carlos Arniches, La Señorita de Trevélez, es por méritos propios uno de los clásicos en su género, desde su estreno en 1916 en el teatro Lara hasta hoy.

La obra cuenta la burla de la que son objeto una pareja de hermanos solteros y ya entrados en años, Gonzalo y Florita, a manos de unos jóvenes provincianos, ociosos y torticeros, que viven la vida anodina de una capital de provincias, dominada por señoritos parásitos y llena de ignorancias  e injusticias.

En ese ambiente surge la trama de una broma cruel que cumple el objetivo de destrozar la vida de Florita Trevélez, una mujer más bien fea, más vieja que lozana y cursilona en forma y fondo, que cuando cree haber descubierto al fin el gran amor de su vida, se encuentra con una burla de dimensiones faraónicas y un escarnio tamaño familiar.

Bajo esa trama Arniches descubre el tipo de vida de esa ciudad anclada en el pasado, en la que la ausencia de ideales y perspectivas de futuro convierte a sus habitantes en seres crueles que disfrutan con el sufrimiento ajeno.

Ana Marzoa y Luis Fernando Alvés encarnan a la pareja de hermanos, mientras que Mariano de Paco se encarga de la dirección.

* Teatro Isabel la Católica. Acera del Casino, 9. Hoy a las 21 h. Mañana a las 19 y 22 horas. Domingo a las 19 horas. Entradas a 28,80 euros (patio) y 16 (anfiteatro).

De tierno a grotesco

Hay sólo un paso de lo tierno a lo grotesco y en temas amorosos, ese paso puede convertirse en un traspiés y, a continuación, en un sonoro culetazo. El proceso puede resultar gracioso, a excepción claro del que lo sufre, la pobre Florita. En las lides de la pasión un error de interpretación se convierte en un cepo para los incautos.

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