Lo artificial ha ganado la partida a lo natural. Atrás quedaron los años en los que la gente salía al bosque a arrancar un pino o cortar un abeto para adornar su hogar. Esa costumbre, penalizada como delito ecológico, fue sustituida por la compra de ejemplares en los viveros, una tradición que ha ido perdiendo peso con los años.

El motivo, según fuentes del sector de la floricultura consultadas por 20 minutos, el áuge de los adornos navideños siténticos. «Están muy conseguidos, parecen árboles de verdad y tienen la ventaja de que se guardan en cualquier lado y sirven para otros años», comenta uno de los encargados del vivero Santa Marta.

Añade que hace unos diez años, esta misma empresa vendía por estas fechas hasta 1.000 ejemplares, mientras que «ahora llegamos a unos 100 entre pinos y abetos». Por fortuna, la venta de flores de pascua y otros adornos florales ha salvado la campaña navideña de estos negocios.

«Sería incalculable decir el número de flores que vendemos», afirma un empleado de Viveros La Cañada. Y no sólo se adquieren las tradicionales flores de pascua, sino que se han introducido otros elementos como el acebo illex, una planta que se comercializa en macetas y que es muy apropiada para estas fechas por el color rojo intenso de sus frutos.

Las cajas de musgo y el muérdago son otros de los productos florales más demandados en los días navideños.

Precios asequibles

A pesar del encarecimiento de la vida, el sector de la floricultura afirma que, lejos de aumentar cada año el precio de los abetos y los pinos, éste ha descendido debido a la menor demanda. Dependiendo del tamaño, su precio oscila entre los 20 y los 40 euros. Por su parte, el coste de las flores varía según su porte, aunque la media se sitúa en los 5 euros.

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