Webs como elrincondelvago.com o similares, además de hacer honor a su nombre, se han convertido en libros de cabecera de muchos alumnos. Ante la tesitura de elaborar un trabajo encargado por su profesor, teclean en la pantalla de su ordenador las palabras mágicas y, voilà: listo para imprimir sin dar un palo al agua.

Sin embargo, no es tan fácil como parece salir impune. Internet ofrece recursos para cazar a los tramposos. Programas gratuitos como el Antiplagio de EducaRed, u otros en inglés, tipo Turnitin o Copycatch, permiten localizar e identificar documentos plagiados a partir del análisis de diferentes fuentes.

Pero no sólo eso. El profesorado está atento a los casos de plagio de monográficos.

«Conocemos las características, sabemos hasta dónde puede llegar un alumno y si el trabajo lo ha hecho él o lo ha copiado», señalan los responsables de enseñanza del sindicato UGT. Algo que es obvio es que el avance de las nuevas tecnologías hace imparable el aprovechamiento de Internet como fuente de la consulta.

El problema es cómo se utiliza esa información. En algunas asignaturas el docente se ha encontrado hasta con diez trabajos exactamente iguales presentados por diferentes alumnos que no se habían molestado en cambiar la tipografía e «imprimieron directamente en pdf» el monográfico, confirman desde CC OO.

Sus responsables de enseñanza explican que los profesores son conscientes de que hay plagio y por ello piden a sus alumnos que elaboren la información, expliquen lo que han escrito, citen las fuentes...

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