Denuncian impagos de una inmobiliaria del barrio del Realejo

No se pase por la inmobiliaria Díaz de la calle Molinos, lleva dos semanas cerrada. Si pregunta por la zona, le contestarán: «¿Le debe dinero a usted también?».

El pasado viernes por la mañana, dos de los supuestos perjudicados por la agencia se encontraron frente al local, decididos a localizar al resto de perjudicados, pues calculan que hay más de una docena, para poner una denuncia conjunta.

La asociación de mujeres Medina, que trabaja y ayuda a madres solteras, inmigrantes o con problemas, sí que denunció su caso. Quería alquilar un piso para usarlo como sede y lo hicieron a través de esta inmobiliaria, que, según han hecho constar en el juzgado, «se quedó con el dinero de la reserva, de una mensualidad, y nos dejó sin piso».

La responsable de la inmobiliaria, investigada por la Policía, ha ido a declarar y asegura que ha saldado la deuda con «dos giros postales» y que la han amenazado.

Moumina Wagner, presidenta de la asociación, recalca lo grave del caso al ser un colectivo «sin ánimo de lucro que no cuenta con fondos y que ayuda a mujeres».

«Se aprovecha de gente humilde que se fía», asegura Wagner. Muchos de ellos, inmigrantes, han tenido que hacer un cursillo acelerado de burocracia.

En el barrio, el tema es conocido porque ha ocupado tres locales de la misma calle, cada vez con nombres distintos.Actualmente está en litigio con sus antiguos caseros: se fue a una oficina justo enfrente sin dejar resuelto el anterior contrato.Ahora ha dejado el Realejo y ha abierto otra inmobiliaria en el barrio de Monachil.

«Esto en Marruecos no me pasa»

«Esto en Marruecos no me pasa –dice Mohammed–. Allí no le doy 300 euros de fianza a nadie, me da un papel y me voy tan tranquilo. Allí no me fío, aquí sí».

Aunque no recupere el dinero, Mohammed está convencido de que no dejará que le pase lo mismo a nadie más,«aunque tenga que ir detrás con una pancarta en cada nuevo negocio que abra».

Más que la cantidad económica adeudada, que no es tan significativa como otras, pero que supone mucho para él, que quiere abrir una tienda, es «la impotencia y que lo haga en tu cara, y con una sonrisa».

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