Los hechos se remontan a 1999, cuando el condenado se hizo amigo de un discapacitado físico y de su madre, de 90 años, con la única intención de timarlos.
Debido a la falta de movilidad de sus víctimas se ofreció para realizarles gestiones bancarias, lo que aprovechó para conocer sus cuentas y utilizarlas, falsificando documentos. Llegó a cobrar un cheque con firma falsa y una letra de cambio de más de 5.000 euros, colocando a la anciana como su deudora, según informa Europa Press.
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