Gerhard Richter celebra su 85º cumpleaños con 26 óleos sobre la duda como fuerza motriz

  • Uno de los más admirados pintores vivos exhibe en Colonia, la ciudad en la que vive, una nueva serie de cuadros abstractos sobre el sentido del arte.
  • Formados por capas acumuladas de pintura, los óleos vuelven a formular la gran duda del veterano artista alemán: ¿es posible representar la realidad?
  • Siempre comprometido con la humanidad, Richter ha pintado sobre el nazismo, los bombardeos aliados, el grupo radical Baader Meinhof y el 11-S.
Cuadro abstracto al óleo sobre madera del alemán Gerhard Richter
Cuadro abstracto al óleo sobre madera del alemán Gerhard Richter
© Gerhard Richter 2016
Cuadro abstracto al óleo sobre madera del alemán Gerhard Richter

Cumple 85 años, sigue en forma y, de hacer caso a sus últimos cuadros, desea ahondar en las dudas que le persiguen desde que comenzó a pintar, en la ya desaparecida República Democrática de Alemania y tras el trauma de la II Guerra Mundial. Al artista Gerhard Richter (Dresde-Alemania, 1932) le bastan dos preguntas: ¿es posible representar la realidad? y ¿qué significa un cuadro?

Al parecer no ha logrado todavía una respuesta que le satisfaga para ninguna de ambas cuestiones éstetico-morales. El 9 de febrero, día en que cumple 85 años, se inaugura en Colonia, la ciudad en la que reside desde 1983, la muestra Gerhard Richter - Neue Bilder (Gerhard Richter - Nuevas pinturas), con 26 óleos inéditos que pintó durante 2016. Los cuadros permanecerán expuestos en el Museo Ludwig hasta el uno de mayo.

Transformado desde hace décadas en un referente mundial del arte humanista, Richter ya no es aquel travieso creador que confundía al poder comunista de la RDA y a la crítica con el capitalismo realista como respuesta antagónica al arte pop occidental. Ahora es un autor de notable misticismo que busca satisfacer el ansia de acercarse a la revelación.

El arte, opina, "es la realización pura del sentimiento religioso, la capacidad para la fe, el anhelo de Dios. [...] La capacidad de creer es nuestra calidad excepcional, y sólo el arte lo traduce adecuadamente en realidad. Pero cuando atenuamos nuestra necesidad de fe con una ideología, cortejamos el desastre".

Obligado a unirse a las Juventudes Hitlerianas

Los nuevos óleos que muestra en Colonia tienen mucho que ver con ese ansia de redención y con la peripecia personal del artista, que logró fugarse de la RDA a poco de la construcción del Muro de Berlín. Antes, siendo niño en la Alemania unificada del nazismo, fue obligado, como todos los chicos de su edad, a unirse a las Juventudes Hitlerianas y, luego, a saber que su padre, movilizado durante la guerra, era prisionero de los rusos.

También fue testigo del bombardeo de Dresde, el más atroz de los aliados sobre una zona civil no estratégica, durante el cual mil aviones lanzaron sobre la ciudad 4.000 toneladas de bombas, y de la eutanasia por decreto nazi de una sus tías —a la que pintó en un conmovedor cuadro en 1965.

Su suegro, responsable del programa nazi de eugenesis

Para hacer más trágica la historia, el pintor se casó en 1957 con Marianne Eufinger para descubrir unos años más tarde que su suegro, Heinrich Eufinger, había sido uno de los responsables del programa de esterilización y eutanasia que llevó al asesinato oficial durante el Tercer Reich de 250.000 personas, señaladas como enfermos incurables, niños con taras hereditarias o adultos improductivos.

Todos esos estigmas cristalizaron en la obra de uno de los primeros artistas alemanes en atreverse a pintar sobre el nazismo, con retratos de familiares que participaron de la ideología y otros que fueron víctimas de ella. Sus óleos sobre el bombardeo aliado de Dresde causaron un gran impacto en la sociedad de su país.

Militantes de la banda Baader-Meinhof

No son los únicos ejemplos de interés por mostrar la realidad de su tiempo. En 1988 pintó una serie de quince cuadros en blanco y negro basados en fotografías del grupo terrorista de izquierda radical Baader-Meinhof y en 2005 dedicó un cuadro a los atentados del 11-S.

Volver a la expresiva crudeza del óleo

Tras el contexto acaso puedan parecer menos crípticos los óleos nuevos de un autor al que no importa saltar de un medio a otro —ha trabajado con lo que llama foto-pintura, donde imita el estilo realista de las imágenes fotográficas, con dibujos, acuarelas y grabados—, pero que esta vez ha preferido regresar a la expresiva crudeza del óleo para componer, en varios tamaños, escenas con múltiples capas.

Con la ayuda de un pincel, una rasqueta y una cuchilla, las abstracciones de Richter que se pueden ver en Colonia son "composiciones detalladas y extremadamente complejas", dicen desde el museo, donde el artista da rienda suelta a una abstracción de brutal dinamismo.

Junto a la exposición de cuadros recientes, el Ludwig aprovecha para mostrar algunas de las obras de Richter de su colección permanente, entre ellas piezas icónicas como Ema (Nude on a Staircase, 1966).

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