Las cazas de brujas pueden ser propiciadas por el poder en el siglo XVII, en el XX y en el XXI. Esto es lo que pretende demostrar la adaptación de Las brujas de Salem que del 20 de enero al 5 de marzo sube a las tablas del Teatro Valle-Inclán de Madrid.

Adaptación teatral de Eduardo Mendoza de la obra de Arthur Miller, que se basó en hechos reales ocurridos en la localidad estadounidense de Salem para denunciar la caza de brujas que sufrieron él y otros autores en los años cincuenta del siglo pasado a cargo del senador McCarthy, esta coproducción del Centro Dramático Nacional, Teatre Romea y Grec 2016 llega a Madrid en una versión "más claustrofóbica" que la estrenada en Barcelona en 2016.

"Preparé Las brujas de Salem para el Grec pensando en que también se estrenaría en el Teatro Valle-Inclán", ha declarado su director, Andrés Lima. A lo que ha añadido que la obra puede ser perfecta para este espacio con el que podrán conseguir más intimidad de la que se creaba en el Grec, un teatro con características físicas bien distintas.

El fundador de la compañía Animalario ha destacado que ha querido poner el acento entre "la obra y la situación actual", ya que Estados Unidos vuelve a "correr el riesgo de 'salemizarse' porque lo lleva en sus genes y hay una tensión muy fuerte" tras la elección de Donald Trump como presidente.

Un amplio elenco en el que también están Lluís Homar como narrador "para introducir al espectador en la obra" y como gobernador de Danforth, Miriam Alamany, Nausicaa Bonnín, Marta Closas, Miguel Gelabert, Núria G. i Llausí, José Hervás, Carles Martínez, Anna Moliner, Nora Navas, Albert Prat, Carme Sansa, Yolanda Sey y Joana Vilapuig.

Nora Navas (Elisabeth Proctor) ha destacado que es una obra basada en hechos reales que costaron la vida a 19 personas, principalmente mujeres acusadas de brujería, como efecto colateral de las luchas internas entre familias coloniales por la posesión de la tierra y de los fanatismos puritanos vestidos de paranoia.

Por eso Andrés Lima ha pedido a los espectadores que recapaciten sobre un problema que se ha dado en el pasado, "antes y después de Salem", y que "sigue estando ahí". "¿Hasta qué punto es cómodo seguir los dictados de alguien? No creo que seamos tontos, pero sí cómodos", ha opinado.

Esa vigencia del fanatismo y el miedo promovido por el poder es lo que ha llevado al equipo de Las brujas de Salem a "jugar con el anacronismo, ya que las ideas puritanas no han evolucionado desde 1650 e incluso algunas comunidades que las practican, como los 'amish' mantienen el mismo vestuario".