20 minutos habló con Wuang, Juanito para sus amigos y clientes. Lleva aquí 7 años y tiene muchos clientes fijos, sobre todo, vendedores ambulantes de mercadillos. Habla por todo el colectivo chino (que prefiere, en general, no hacer declaraciones) cuando asegura que todos los negocios de ropa allí tienen sus documentos en regla y los impuestos al día. «Es lógico. Si no fuera así, el Ayuntamiento nos cerraría el chiringuito». Su colaborador, José María, gestiona las ventas a clientes de fuera: «No es cierto que abran tiendas de la noche a la mañana. Tardan meses en hacer las gestiones».
Agrupados
Los comerciantes asiáticos, junto con los dueños de restaurantes chinos, crearán pronto su propia asociación en Sevilla para velar por sus derechos. «Queremos asociarnos y tener abogados y gestores que nos asesoren. Se nos está haciendo mucho daño con algunos comentarios y pintadas. No hay ninguna mafia detrás. Venimos a trabajar para vivir como todo el mundo, no a competir», apunta Wuang indignado.
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