Una mísera vida en las aceras

Cristina malvive entre los cartones en una calle de Johannesburgo, donde es frecuentemente violada. (H. Zin)
Cristina malvive entre los cartones en una calle de Johannesburgo, donde es frecuentemente violada. (H. Zin)
Cristina malvive entre los cartones en una calle de Johannesburgo, donde es frecuentemente violada. (H. Zin)

20minutos.es estrena el tercer capítulo de la serie Un día más con vida. Johannesburgo (Sudáfrica) es considerada una de las ciudades con mayor índice de asesinatos, violaciones y robos del planeta. En las aceras de los distritos céntricos de esta urbe de siete millones de habitantes, la tercera más grande de África, se suceden las personas que duermen envueltas en mantas, rodeadas de cartones, de basura.

En las calles no es extraño escuchar disparos o ser testigo de persecuciones policiales.

En este ambiente hostil y miserable como pocos se sumerge el periodista Hernán Zin, curtido en los conflictos armados que cubre para 20 minutos habitualmente, para contarnos la historia de Cristina, una joven de 18 años, adicta al crack y madre de un niño pequeño, que cada noche sufre abusos sexuales por parte de hombres que se acercan a ella aprovechándose de la impunidad que les da la noche.

El doble estigma

Esta tercera entrega de Un día más con vida, la primera serie documental grabada para Internet –producida por 20minutos.es–, nos permite descubrir el lado más sórdido de la miseria: la vulnerabilidad de las mujeres que están atrapadas en la indigencia, y que carecen de recursos para protegerse de la violencia.

«Se encuentran en el último peldaño de la escala social. Y sufren un doble estigma, una doble opresión: ser pobre y ser mujer», explica Zin, en cuyo último libro, Llueve sobre Gaza,  cuenta la situación desesperada de los palestinos, empujados también a la miseria por los constantes bloqueos y las incursiones armadas en la franja de Gaza. 

Pero la historia que Zin nos presenta también tiene un cariz positivo. No sólo muestra la terrible realidad de Cristina, sino que permite seguirla hacia el hogar creado por una trabajadora social sudafricana, Milred Mahlangu, en el que la joven luchará por abandonar las calles y comenzar una nueva vida. 

«La idea del documental es recordarnos justamente hoy, en el Día Mundial para la Erradicación de la Pobreza, que está en nuestras manos construir un mundo más justo, como lo ha hecho Milred», afirma Hernán Zin, que en el rodaje contó con un cámara de excepción: el oscarizado realizador Adrian Belic, autor del documental Genghis Blues.

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